Por Borja Vilaseca
Cada vez más individuos están abandonando el rebaño, aprendiendo a gobernarse a sí mismos para no depender de ningún Gobierno. Mientras, el Estado totalitario sigue tratando de controlarnos a través del miedo.
Cada vez más ciudadanos son conscientes de que los Estados están en quiebra, completamente endeudados. No en vano, gastan cada año mucho más de lo que ingresan. Y no solo eso. Cada vez más administraciones públicas se ven salpicadas por escándalos de corrupción, malversación y despilfarro de los recursos económicos que gestionan. Por no hablar de las pensiones, cuya insostenibilidad resulta evidente. Papá Estado no va a cumplir su promesa. La cruda verdad que ningún político se atreve a decir es que -después de haber estado pagando religiosamente los impuestos durante toda nuestra vida- lo más probable es que no vayamos a cobrar la pensión de jubilación.
Sin embargo, los Ministerios de Hacienda van a hacer lo posible por seguir esquilmando a la población y a las empresas por medio del pago de impuestos. De hecho, en el nombre del estado del bienestar se inventarán cualquier excusa para justificar el aumento de la presión fiscal. Sin embargo, ni siquiera esto será posible, pues no habrá suficiente solvencia con el que pagar dichos impuestos, lo cual provocará que mengüen y se recorten -todavía más- las prestaciones y ayudas públicas. Así, España y Latinoamérica acabarán imitando a las economías anglosajonas, donde incluso la educación y la sanidad están privatizadas.
La paradoja del convulso mundo en el que vivimos es que van a entrar en jaque dos filosofías políticas totalmente opuestas. De forma muy simplificada, la postura dominante hasta ahora ha sido y sigue siendo el «totalitarismo» inherente al establishment. De hecho, no importa la ideología de sus diferentes partidos, pues a pesar de su fachada aparentemente democrática, todo Estado totalitario se reconoce por ser absolutamente soberano frente al individuo. Es decir, por gozar de poder y autoridad legal para imponerse sobre los ciudadanos que supuestamente representa, privándoles -en muchos casos- de impulsar proyectos vitales que cuestionen y alteren el statu quo.[i]
El principal objetivo del totalitarismo es preservar el poder de las oligarquías que mueven los hilos desde la sombra, manteniendo así el orden social establecido. Su gran aliado es la ignorancia, la inconsciencia y el desempoderamiento generalizado de los ciudadanos. Y su principal estrategia, mantener a estos dormidos y anestesiados, bombardeándoles con mensajes que les llenen de miedo. Y que les recuerden que necesitan de Papá Estado, que dependen de Mamá Corporación y que precisan del Tío Gilito de la Banca para poder sobrevivir económicamente.
Lo cierto es que la agitación, la inestabilidad, el conflicto, el caos y la incertidumbre van a ir en aumento en los próximos años. Y tal y como George Orwell describió en su novela distópica «1984», van a seguir apareciendo grandes líderes totalitarios, cada vez más populistas y radicales. Y serán fácilmente reconocibles, pues prometerán la salvación a cambio de control, aniquilando nuestras libertadas individuales para garantizar la «seguridad nacional». Y dado que la mayoría de ciudadanos padecen de un profundo miedo a la libertad y siguen hipnotizados por el Matrix, lo más probable es que les voten, esperando desesperadamente que se hagan cargo de ellos.
LA VERSIÓN MÍNIMA DEL ESTADO
“De lo que se trata no es de cambiar de pastor, sino de dejar de ser ovejas.”
(Estanislao Zulueta)
Irónicamente, todo esto sucederá al mismo tiempo que el tamaño del Estado irá reduciéndose hasta su versión mínima y necesaria. Y no por una cuestión ideológica, sino porque no habrá suficiente dinero para sostenerlo. Es aquí donde puede tener sus opciones una postura opuesta: el «liberalismo». Se trata de un concepto muy malentendido y que en el imaginario colectivo carece de un significado preciso y riguroso.[ii]Para empezar, se rige desde un nuevo paradigma político, trascendiendo cualquier noción obsoleta de derechas e izquierdas propia de la lucha de clases de la Era Industrial.
En esencia, se trata de «una filosofía política cuya finalidad es proteger y promover la libertad de cada ser humano para decidir como desea vivir su vida»[iii]. Se limita a plantearse bajo qué condiciones normativas pueden los distintos individuos convivir de forma pacífica, de manera que se respete y se proteja la pluralidad, la heterogeneidad, la diversidad y la diferencia. En un Estado liberal nada ni nadie pueden imponerse sobre ningún ciudadano. Su lema es «vive y deja vivir». Tanto es así, que la única restricción que promueve es la de respetar las visiones ajenas discordantes, fomentando así el respeto estructural hacia cada individuo, sea cuál sea su ideología.[iv]
La doctrina liberal ensalza la soberanía individual. Y promueve que los ciudadanos ostenten el poder de decidir por encima y por delante de cualquier partido, líder o representante político. Así, un gobierno verdaderamente liberal carece de soberanía sobre los ciudadanos, entregándole así el poder al pueblo. Se limita estrictamente a proteger los derechos individuales de sus ciudadanos, así como a hacer que se reparen los daños causados por otros.[v]
Y se compromete a hacerlo de un modo justo y parcial, posibilitando que todos seamos iguales frente a la ley. Y no como hoy en día. De ahí que se autodenomine «Estado mínimo», desempeñando las funciones mínimas indispensables para mantener el orden público. Así, un Estado liberal solo está legitimado a regular las libertades personales y a establecer los impuestos mínimamente necesarios para asegurar la coexistencia pacífica de sus ciudadanos. El resto de regulaciones e impuestos son considerados como una violación de las libertades de los individuos.[vi]
LA DEMOCRACIA LÍQUIDA Y DIGITAL
“El sistema no puede combatir la corrupción
porque es el propio sistema el que se ha corrompido.”
(Oliver Stone)
Cabe señalar que el liberalismo es una aspiración con tintes utópicos. Principalmente porque requiere que una gran mayoría de ciudadanos estemos verdaderamente despiertos y gocemos de libertad de pensamiento. Y que nos relacionemos entre nosotros de forma responsable, madura, sabia y consciente. Para que esto sea posible, primero es necesaria una profunda revolución del sistema educativo. Solo así las nuevas generaciones estarán lo suficientemente empoderadas para no necesitar de intermediarios políticos que limiten ni coarten su libertad de ningún modo.
En este sentido, el concepto de «nación» tal y como hoy lo conocemos seguramente sea reemplazado por el de «territorio» o «cluster». De este modo, se devolverá la soberanía y el protagonismo a zonas y localidades donde las personas y empresas puedan cooperar y aportarse valor mutuamente. Y mientras, las banderas y las fronteras serán sustituidas por un gigantesco mercado virtual global. Se estima que como muy tarde, en 2030 más del 90% de la producción mundial será intangible y se comercializará de forma digital.[vii]
Por todo ello, el liberalismo es el modelo de organización política más opuesto posible al totalitarismo actual. Es el único y principal enemigo de las oligarquías y los poderes establecidos. Y el verdadero estandarte de la democracia. Esta es la razón por la que la palabra «liberalismo» sea tan poco conocida y malentendida. Y que debido a una campaña de difamación bien diseñada, tenga tan mala prensa y sea tan demonizado por la mayoría. Prueba de ello es que el prejuicio y el estereotipo más común es vincular esta filosofía política con un adjetivo tan vacío de contenido y peyorativo como es «neoliberal». Curiosamente, el auténtico liberalismo es universalista, cosmopolita y profundamente anti-imperalista.[viii]
Si bien el totalitarismo parte con mucha ventaja, el liberalismo tiene a su favor el imparable auge de las nuevas tecnologías disruptivas, las cuales van a favorecer la aparición y consolidación de la denominada «democracia líquida»[ix]y la «democracia digital»[x]. Así, los ciudadanos podremos votar electrónicamente sobre diferentes asuntos relevantes sin necesidad de hacerlo por medio de un partido político. Llegado el caso, incluso podremos delegar nuestro voto en algún otro ciudadano. De este modo, se pondrá fin a la democracia parlamentaria o partidista actual, la cual poco tiene de democrática.
Este artículo corresponde a un capítulo del libro“Qué harías si no tuvieras miedo”, de Borja Vilaseca.
[i]Información extraída del libro Liberalismo, de Juan Ramón Rallo.
[ii]Idem
[iii]Idem
[iv]Idem.
[v]Idem.
[vi]Idem.
[vii] Información extraída del libro Tercera fase, de Santiago Niño Becerra.
[viii] Idem.
[ix] Información extraída de La Wikipedia.
[x] Idem.
Extraordinario artículo.
Me parece genial recordar esta posibilidad de organización de la sociedad diferente a la que tenemos actualmente. Resalto la utilización de la palabra “filosofía” aplicada a ella. A mí, que desde que de jovencito descubrí el significado de la palabra “anarquía”, no ha habido ningún otro sistema que me convenciera más. También se le ha tachado de utópico y, lo que es peor, también se ha difamado su significado hasta asociarlo al caos, al desorden absoluto. Cuando es todo lo contrario. Me reconforta comprobar las similitudes de liberalismo y anarquía en cuanto a que el individuo asume las responsabilidades que como tal le corresponden en la sociedad, primando el respeto a la libertad del prójimo. Gracias Borja!
¿Google no es totalitarismo? Entiendo en parte “liberalismo” como lo defines pero tal vez en vez de redefinir una plabra que está asentada en hechos y con otro significado podría empezar a usarse otra palabra. Ejemplo globalización no es mundialización. Ya que la primera solo ha aportado en economía. Liberalismo idem. tal vez el uso de otra palabra que se encuentra y si no puede llevar sufijos que manchen explicaría mejor donde quieres llegar. Oportuno es bueno oportunista u oportunismo ya no suena tan bien. Venga a buscar esa palabra y darle un contenido.
Que increíble me imagino el futuro cuando todo el mundo esté despierto. Parece algo super idílico, la gente sabría no sufrir y todo el mundo aportaría todo lo que pudiera a todos lados, sin tener que respetar jerarquías, juicios y rechazos ignorantes primero. Cuantas cosas aportaría al mundo si no existiera la titulitis y cuánta gente sacaría su potencial y sería feliz en un mundo no tan condicionado y moralista. Sin duda el futuro es increíble, no como me lo imaginaba antes de despertar.
Lo que estas describiendo Borja, yo pensaba que se llamaba anarquismo, pero igual me equivoco. Me apunto a liarla parda… 👌
Gracias
No tiene que ver nada, el liberasmo respeta la propiedad privada
Si puede tener que ver, ya que existe el Anarcocapitalismo, el cual respeta la propiedad privada y es liberal libertario
Hola.
Aquí Txema, un humilde aspirante a “sentidocomunista de extremo centro”.
No me creáis y cuestionároslo todo pero…
¿Qué hay que hacer?
¿Cuándo empezamos?
¿Habrá que ponerse ya con unos estatutos, programa con directrices o algo así, no?
Venga, Borja, dinos cosas y nos organizamos ya. Habrá que pensar en el Congreso, porque sino, desde fuera no lo acabo de ver.
Por cierto… he vuelto a buscar en Youtube el video donde Borja hablaba sobre todo este tema y donde indicabas un teléfono para enviar audios por Whatsapp con preguntas “locas y atrevidas” pero ya no lo encuentro.
Lo borró Borja o “lo borraron”. Alguien sabe algo y donde puede volverlo a encontrar?.
Gracias motivados.
No, ya no está. Guarde el teléfono y ahora sale sin foto de contacto. Sospecho que se le debió de saturar o algo
Secundo todo
Qué maravilla, me encanta. Gracias… Por cierto, las nuevas generaciones ya vienen preparadas para esto, al menos los 100+ niños de 11 años con los que mantuve charlas la semana pasada, aprendí yo más de ellos que ellos de mí, inteligentes, cultos, cargados de buenos valores y cuestionándolo todo… lo primero que pensé “en cuanto sean mayores de edad, van a derrocar a la generación actual de políticos basura, porque estos no tienen el aguante sumiso que tenemos nosotros”. Un abrazo.
No acabo de entender algo, en este liberalismo donde no hay estado y la individualidad y la propiedad privada son el referente, se tiene en cuenta la codicia humana y propensa de acumular y monopolizar?
Respuestas please, me interesa mucho.
Borja, siento tu pensamiento disruptivo como si me interpretaras todo aquello que no entiendo y que quiero entender. Solo leerte me da claridad mental de mi propósito. No sería el momento de que mentes como la tuya comenzaran a liderar el cambio apalancado en esas nuevas tecnologías? Invertir por ejemplo en desarrollo de aplicaciones que acompañen el cambio? como por ejemplo sistemas de votación virtuales que sean confiables porque todo el mundo tiene acceso al código fuente pero no para modificarlo sino para auditarlo 24/7. Y así inmiscuirnos en las grandes o pequeñas decisiones que dia a día todos los ciudadanos tenemos que tomar por el bien de una comunidad.