Por Borja Vilaseca

El cuarto paso para poder reinventarnos profesionalmente consiste en realizar un proceso de autoconocimiento e introspección para saber quiénes verdaderamente somos.

El cuarto paso para reinventarnos profesionalmente consiste en conocernos a nosotros mismos. Es decir, saber quiénes verdaderamente somos, atrevernos a ser fieles a nuestra dicha y ser consecuentes con aquello en lo que creemos. Sin embargo, al estar tan acostumbrados a poner el foco de atención en nuestras circunstancias externas -compitiendo los unos contra los otros para ganar dinero, ostentar poder y lograr éxito-, muchos hemos marginado casi por completo lo que sucede en nuestro interior.

Prueba de ello es que confundimos la auténtica felicidad con sucedáneos como el placer, la satisfacción o la euforia temporal que nos proporcionan el consumo materialista, los triunfos profesionales o el entretenimiento. De ahí la importancia de redefinir el concepto de «felicidad». Y es que la gran mentira contemporánea es que «la felicidad está afuera de nosotros mismos». Sin embargo, la felicidad no tiene nada que ver con el bien-tener, sino con el bien-estar. Es decir, con la sensación interna de estar bien con nosotros, independientemente de cómo sean nuestras circunstancias externas. La verdadera felicidad brota de forma natural al reconectar con el ser que mora en nuestros adentros.

Al estar tan alejados de nosotros mismos, la insatisfacción y el sufrimiento protagonizan actualmente el estado de ánimo de la mayoría. De ahí el aumento exponencial del consumo de antidepresivos, el cual crece en España un 15% cada año, aproximadamente. Pero más allá de estos parches con los que aliviar temporalmente los síntomas de nuestro malestar, también está creciendo al mismo ritmo la necesidad de invertir en «autoconocimiento», un proceso de introspección psicológica y espiritual centrado en lograr una verdadera curación.

En los países desarrollados materialmente esta búsqueda hacia el interior está poniéndose de moda. La industria de la autoayuda, el crecimiento personal y el coaching es un fenómeno imparable e irreversible. Y mientras, filosofías orientales ancestrales -como el Budismo, el Taoísmo, el Zen o el Yoga-están cada día más integradas en la sociedad occidental. Y eso que no tienen nada de nuevo. Hace más de 2.500 años, en el templo de Delfos -un lugar de culto de la antigua Grecia-se inscribió el aforismo más repetido a lo largo de todos los tiempos: «Conócete a ti mismo». De hecho, sabios, místicos y filósofos de todos los tiempos -como Buda, Lao Tsé, Sócrates, Jesús de Nazaret o Séneca-lo han venido proclamando en distintas partes del mundo en diferentes épocas.

A este movimiento pedagógico se le denomina «Filosofía Perenne». Es el único que ha perdurado a lo largo de toda la historia. No tiene nada que ver con instituciones religiosas ni creencias esotéricas, sino más bien con la misma experiencia transformadora que han vivido todos sus portavoces: una especie de «despertar», que nos permite dejar de vivir dormidos, trascendiendo los miedos y las limitaciones que nos mantienen esclavos. Quienes experimentan este clic evolutivo viven -a su vez-un cambio de paradigma, desprogramando su mente de la vieja visión del mundo industrial para actualizarse al nuevo paradigma, basado en el autoconocimiento y la sabiduría.

Eso es precisamente lo que promueve la «educación emocional», la cual da como resultado la «inteligencia emocional». Es decir, el proceso mental por medio del cual resolvemos nuestros problemas y conflictos emocionales. En el momento en que sabemos quiénes somos y cómo funcionamos, nuestro mundo emocional y afectivo empieza a ordenarse. Y al ser libres del mundo, empezamos a verlo tal y como es y no como fuimos condicionados para verlo. Nos convertimos entonces en «libre-pensadores». Tenemos ideas propias que nos ayudan a mejorar nuestra calidad de vida.

LA ERA DE LA CONSCIENCIA
“Quien mira hacia fuera, sueña. Quien mira hacia adentro, despierta.”
(Carl G. Jung)

Los primeros en desprogramar su mente empiezan -casi sin darse cuenta-a contagiar a algunas personas de su entorno familiar y profesional. Éstas, a su vez, contagian a algunas otras. Y así ad infinitum. Así, la Era del Conocimiento es una invitación al despertar de la humanidad. De ahí que también se la denomine la «Era de la Consciencia».

A raíz del cambio de mentalidad de esta valiente minoría, algunos de los que cambian se dedican profesionalmente a difundir y compartir el conocimiento que les ha permitido evolucionar emocional y financieramente. A este colectivo de divulgadores se les llama «info-emprendedores». Así es como se está facilitando y acelerando la adaptación de los ciudadanos a nueva era. Y llegará un día en que el autoconocimiento será considerado como un proceso normal y corriente, siendo aceptado por gran parte de la sociedad.

Metafóricamente, este proceso de introspección se asemeja mucho al de entrar en una casa que ha estado mucho tiempo abandonada, aislada del mundo exterior. Y es que la mayoría llevamos 30, 40 e incluso más de 50 años sin visitar, ordenar y limpiar nuestro propio hogar. Esta es la razón por la que nada más poner un pié dentro, nos envuelve una oscuridad amenazadora. Además, en ocasiones el interior de nuestra casa emana un olor a rancio bastante desagradable. De ahí que nuestra primera reacción sea salir de ahí a toda prisa. Tanto es así, que muchos bromean -aunque muy en serio-con que igual se encuentran con cosas demasiado feas como para querer verlas.

Sea como fuere, los valientes que decidimos adentrarnos a ciegas, poco a poco vamos notando como nuestros ojos se acostumbran a la falta de luz. Y tras dar unos cuantos pasos, finalmente localizamos el interruptor que andamos buscando, también conocido como «consciencia». Y menudo susto nos pegamos algunos cuando vemos con claridad el estado en el que se encuentra nuestra casa interior. Está sucia y desordenada. Las motas de polvo cubren los muebles desvencijados. Los cristales de las ventanas están rotos y cubiertos de mugre. Y un montón de platos enmohecidos y llenos de porquería se acumulan en el fregadero…

ILUMINAR EL LADO OSCURO
“Todo el mundo es como la luna: tiene un lado oscuro que no muestra a nadie.”
(Mark Twain)

Conocernos a nosotros mismos viene a ser el proceso de reforma integral de nuestro hogar interior. Y no es cuestión de juzgar ni de rechazar nada de lo que veamos. Se trata, más bien, de comprendernos y aceptarnos tal como somos. Y de ponernos manos a la obra, comprometiéndonos con arreglar los muebles, cambiar los cristales, fregar los platos y, en definitiva, hacer lo que haga falta para sentirnos a gusto en nuestra propia casa. Cuanto más limpio y ordenado está el lugar en el que vivimos, más fácil es de limpiarlo y de ordenarlo. Y cuanto mejor nos sentimos dentro de él, mejor se sienten los demás al estar en nuestra compañía.

Dicho de otra manera, el autoconocimiento consiste en hacer consciente nuestro «lado oscuro» o «sombra». De ahí que suela utilizarse la metáfora de la «iluminación» para referirse al proceso por medio del cual nos damos cuenta de cuáles son los miedos, inseguridades, carencias, complejos, frustraciones, miserias, traumas y heridas que venimos arrastrando a lo largo de la vida.

Por más que las obviemos y no las queramos reconocer, todas estas limitaciones nos acompañan las 24 horas al día, distorsionado nuestra manera de ver el mundo, así como la forma en la que nos posicionamos frente a nuestras circunstancias laborales y económicas. De ahí que conocernos a nosotros mismos implique comprender por qué nos pasa lo que nos pasa, sabiendo de qué manera podemos emanciparnos de todo aquello que nos coarta y empequeñece, e incorporar todo aquello que nos expande y engrandece.

En este sentido, es fundamental conocer nuestro modelo mental. Se trata del esqueleto psicológico innato que trajimos con nosotros de serie al nacer. En él se originan los pensamientos y se instalan las creencias, los valores, las prioridades y las aspiraciones que constituyen nuestra personalidad. Es como una lente a partir de la que filtramos la realidad neutra y objetiva de forma distorsionada y subjetiva.

Más allá de condicionar nuestra manera de mirar y de comprender la vida, nuestro modelo mental determina por qué somos cómo somos, así como la «piedra emocional» con la que tropezamos una y otra vez a lo largo de nuestra vida. Una de las mejores maneras de conocer nuestro modelo mental es a través del Eneagrama, una herramienta de autoconocimiento que hace una fiel radiografía del ego (lado oscuro, ignorancia, inconsciencia, victimismo, reactividad, esclavitud…) y del ser (lado luminoso, sabiduría, consciencia, responsabilidad, proactividad, libertad…) que habitan en todos nosotros.

COMPRENDER EL FUNCIONAMIENTO DE LA MENTE
“La mente lo es todo. Te conviertes en aquello en lo que crees.”
(Buda)

 El autoconocimiento no solo se centra en nuestras limitaciones, sino también en nuestras fortalezas como seres humanos. En este punto es donde comienza la segunda etapa de este apasionante proceso, en la que se trabaja el «desarrollo personal». Entre otras cuestiones, nos permite conocer y comprender el funcionamiento de nuestra mente, así como dominar y gestionar de una forma más eficiente nuestros pensamientos. En paralelo, también nos capacita para detectar, cuestionar y trascender todas aquellas creencias limitadoras, falsas o erróneas acerca de la visión que tenemos de nosotros mismos y del lugar que ocupamos en la sociedad.

Tanto es así, que uno de los principales resultados de este proceso es la sanación de nuestra autoestima y el aumento de la confianza en nosotros mismos. Y no sólo eso. También aprendemos a relajarnos y a cultivar la serenidad, convirtiendo los problemas en oportunidades para seguir creciendo, madurando y evolucionando como seres humanos. Y tarde o temprano experimentamos lo que místicos de todos los tiempos denominan «el despertar de la consciencia». Es decir, el darnos cuenta del inmenso poder que tiene nuestra mente, nuestros pensamientos y nuestras creencias a la hora de co-crear nuestra propia realidad laboral y económica.

Curiosamente, todas las personas que nos hemos adentrado en este tipo de procesos de cambio, acabamos llegando a una misma conclusión: que al cambiar la manera de ver las cosas, las cosas que vemos cambian. Es decir, que al cambiar nuestro sistema de creencias, cambia nuestra manera de ver, de comprender y de interpretar lo que nos sucede, cambiando así nuestra forma de pensar, de sentir y de interactuar con nuestras circunstancias.

A su vez, es importante señalar que este aprendizaje no se produce de forma lineal, sino más bien en espiral. A veces hemos de dar dos pasos hacia atrás -o incluso tropezarnos-para retomar nuestro auténtico camino, dando tres pasos hacia adelante. Si nos responsabilizamos por aprender acerca de lo que nos sucede, finalmente comprendemos que no hay mejor maestro que la vida ni mayor escuela de aprendizaje que nuestras propias circunstancias.

Si quieres saber cuáles son el resto de pasos, para reinventarte profesionalemente, lee los siguientes artículos:

Primer paso: “Asume que eres 100% co-creador de tu vida”.

Segundo paso: “Emancípate emocionalmente de tu entorno”.

Tercer paso: Vence el miedo a salir de tu zona de comodidad.

Quinto paso: “Descubre cuál es tu propósito”.

Sexto paso:Invierte en tu educación financiera.

Séptimo paso: “Adopta una actitud emprendedora”.

Octavo paso: “La importancia de crear tu marca personal”.

Noveno paso: “Cómo crear tu marca personal”.

Este artículo corresponde a un capítulo del libro “Qué harías si no tuvieras miedo”.