Por Borja Vilaseca
Este cuento filosófico trata acerca del victimismo, y de cómo el ser humano se refugia en la queja en lugar de tomar las riendas de aquellos asuntos que tanto malestar generan para solucionarlos de una vez por todas en lugar de seguir lamentándose.
Se cuenta que el filósofo griego Diógenes estaba sentado en la esquina de una calle muy estrecha, observando el comportamiento de los transeúntes que paseaban por delante de él. Por lo visto, en medio del sendero había una piedra bastante grande, con la que casi todos tropezaban una y otra vez. Tras varias horas de observación, Diógenes comprobó que la mayoría de peatones actuaba de una determinada manera.
El primer rasgo en común es que andaban con prisa, sin darse cuenta de que había una piedra en medio de la calle. La segunda particularidad es que muchos tropezaban con ella. Y el tercero es que todos la maldecían. Hubo uno que incluso le profesó varios insultos. De pronto apareció uno de los discípulos del filósofo, que nada más verlo, le preguntó: «Maestro, ¿qué estás haciendo?» Y este le contestó: «Estoy aprendiendo.»
El discípulo, intrigado, se sentó junto a Diógenes y ambos se quedaron un rato en silencio. Seguidamente, un nuevo transeúnte cruzó por aquella esquina con paso firme, se tropezó con la piedra y la maldijo. Al presenciar una vez más la misma escena, el filósofo empezó a reírse. «¿De qué te ríes, maestro? ¿Del hombre que acaba de tropezarse?»
Y Diógenes, sin perder la sonrisa, le contestó: «Me río de la condición humana. Hay que reconocer que somos muy graciosos. ¿Ves esa piedra que hay en medio de la calle?» El discípulo asintió con la cabeza. «Desde que he llegado aquí esta mañana, al menos veinte transeúntes han tropezado con ella y la han maldecido, pero ninguno se ha tomado la molestia de retirarla para que no tropiecen otras personas.» Acto seguido, el sabio se levantó del suelo, recogió la piedra y la apartó del camino.
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Cuento extraído del libro “La oración de la rana I”, de Anthony de Mello.
No entiendo la moraleja del cuento, ni que tiene que ver con el victimismo. Las “piedras en el camino”, si son una analogía a los problemas e impedimentos de la vida, son diferentes para cada persona, por lo que da igual si conseguimos apartar nuestra piedra: la de otros va a seguir igual.
Por otro lado, incluso si podemos facilitar el camino a otros…¿debemos hacerlo? Los mejores maestros son el error y el fracaso. ¿Con qué derecho privamos a otros de ese aprendizaje?
Por último, quejarse es tan natural como cualquier otra cosa, y no es sinonimo ni de victimismo ni de autocompasión.
¡Muy buenas Juan!
En mi opinión, todos los transeúntes al golpearse con la piedra maldicen al objeto inanimado, en vez de ser conscientes de que el accidente se ha debido a su propia torpeza o despiste. Eso recibe el nombre de victimismo, porque consiste en externalizar la culpa de tus propios errores.
En segundo lugar, la queja no es algo natural, es un hábito adquirido. El ser humano es el único animal que se compadece de sí mismo. Un ligero inconveniente del ego, a cambio de la capacidad de razonar. Solo tienes que ver la felicidad con la que vive un perro de tres patas, sin autocompasión.
Por último, cada persona tiene sus problemas personales, pero rara vez son individuales. Creo que en este cuento, se trata de buscar problemas generalizados, como por ejemplo; el descontento social con la política española y la falta de medidas por parte de los ciudadanos, desde su responsabilidad individual.
¡Espero tu contestación!
¡Un saludo!
Tratándose de Diogenes seguro que se llevó la piedra a casa.
Una cosa es la queja y otra es la expresion emocional de los problemas que uno tiene que pueden ser comunes o no. Si que estoy de acuerdo que instaurarse en la queja no resuelve el o los problemas, y que hemos de poder empatizar. Son muchas las ocasiones en la vida en las que nos vamos a equivocar y la vida se encarga de hacertelo saber, si es que no te engañas demasiado a ti mismo.
Los mal llamados problemas de la vida son experiencias necesarias para ser mejores en la vida.hay que actuar sereno sin miedo con convicción y solucionarlos desaparecen. Hay que actuar de lo contrario tropezarse de nuevo.