Por Borja Vilaseca

Este cuento filosófico presenta la problemática que implica centrarse únicamente en los aspectos más superficiales de la vida, y en las consecuencias que puede tener pensar solo en lo que piensan los demás de nosotros, cuando eso es precisamente lo menos relevante.

Hace muchos años, en un país muy lejano, se empezó a construir el embalse de agua más grande del mundo. Los políticos y empresarios más poderosos se reunieron para definir un plan de acción que favoreciera sus intereses. Y su ambición terminó corrompiendo los cimientos de aquel embalse.

A pesar de las protestas de los ingenieros, se invirtió casi todo el presupuesto en la imagen externa de la presa, y muy poco en sus cimientos ocultos. En un derroche de opulencia, algunas partes se decoraron con oro y piedras preciosas. Además, se decidió acelerar el proceso de construcción. Esta gigantesca obra arquitectónica estuvo lista un año antes de lo previsto. Lo importante era quedar bien para la foto, pues era una magnífica oportunidad para impresionar al mundo entero. El día de la inauguración se convirtió en portada de cientos de periódicos e informativos de los medios de comunicación masivos.

Años más tarde, durante una intensa tormenta, apareció una minúscula grieta en el centro del embalse. Semanas después, una gota se asomó por aquella fisura. Y tras sólo unos días, se produjo una pequeña fuga. Segundo a segundo, la piedra comenzó a erosionarse, destruyendo lentamente la estructura de la presa. Así fue como el agua empezó a salir a chorros. Porciones de presa de casi 20 metros comenzaron a saltar por los aires, estallando en mil pedazos. Finalmente el embalse se desmoronó. El agua arrasó todo lo que encontró a su paso.

La presa desapareció en cuestión de minutos. Sin embargo, la pequeña grieta se había ido formando desde el día en que comenzaron las obras del embalse. Y esta fue la causante de su propia autodestrucción. El sistema era inherentemente defectuoso. Los cimientos estaban mal asentados. Irónicamente, políticos y empresarios consiguieron su objetivo: el colapso de la presa sería recordado para siempre.

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