Por Borja Vilaseca

Nuestro cuerpo es nuestro templo y nuestra salud es nuestra responsabilidad. Para gozar de energía y vitalidad hemos de alimentarnos con consciencia y sabiduría. Y tener cuidado con no pasarnos de talibanes.

Debido a nuestra ignorancia en cuestiones nutricionales, en general solemos comer alimentos de forma indiscriminada y al azar. Sin embargo, el funcionamiento de nuestro cuerpo está regido por principios y leyes naturales. De ahí que para gozar de salud y energía vital no nos quede más remedio que aprender a mantener una relación sana y saludable con la comida. Es sin duda una de las mejores inversiones que podemos hacer en la vida. Principalmente porque somos lo que comemos.

Alimentarse con consciencia es todo un arte. No se aprende de un día para el otro. Esencialmente consiste en nutrirnos (en el sentido más amplio de la palabra, tanto a nivel físico como espiritual) con sabiduría, madurez y responsabilidad. Y para lograrlo, hemos de gozar de más conocimiento y comprensión acerca de cómo funciona nuestro cuerpo, de manera que sepamos qué es lo que verdaderamente necesita para rendir de forma óptima.

Dado que cada uno de nosotros es único y diferente, no se puede establecer una serie de mandamientos rígidos, válidos para todos. Lo mejor es que experimentemos por nuestra cuenta y saquemos nuestras propias conclusiones basadas en la evidencia empírica. No en vano, en base a los resultados cosechados vamos desechando viejos hábitos perjudiciales e incorporando otros nuevos, mucho más saludables. El indicador más fiable para saber si vamos por buen camino es el aumento de nuestro bienestar físico, mental y espiritual.

No soy ningún experto en la materia. Tampoco tengo la verdad ni soy ningún ejemplo de nada. Tan sólo puedo compartir contigo mi pequeña experiencia vital. Por favor, no te creas nada de lo que leas en este decálogo de la alimentación consciente. Son 10 claves para gozar de más salud, energía y vitalidad que a mí personalmente me están sirviendo de mucho para mejorar mi estado de forma y de salud. Ojalá te animes a ponerlas en práctica –si es que no lo has hecho ya– y verifiques a través de tu propia experiencia si a ti también te funcionan.

DECÁLOGO DE LA ALIMENTACIÓN CONSCIENTE
“Que tu alimento sea tu medicina.”
(Hipócrates)

1. Cuestiona tu condicionamiento. Reflexiona acerca de por qué comes lo que comes. ¿Acaso has elegido libre y voluntariamente tu dieta? Y más importante aún: ¿cómo te sienta comer lo que estás comiendo actualmente? ¿Comes comida real o prefabricada? ¿Consideras que lo que comes te da energía y vitalidad? ¿O por el contrario te hacer sentir cansado y desanimado? Es fundamental que cuestiones los hábitos alimentarios que te inculcaron en casa, atreviéndote a descubrir tu propia forma de nutrirte. Dedica tiempo a leer y a formarte sobre el impacto que tiene la alimentación sobre tu estado de ánimo emocional y tu nivel de energía vital. A su vez, cuestiona también la propaganda de la poderosa industria alimentaria, cuyos lobbies de presión invierten cada año un billón de euros para convencerte de que no comas sano.

2. Evita los supermercados. No todo lo que comes te alimenta. De hecho, hay productos que son perjudiciales para tu salud: los ultraprocesados. Están elaborados a través de procesos industriales que emplean colorantes, conservantes, aditivos y potenciadores de sabor para que parezcan alimentos de verdad. Pero en realidad no lo son. No aportan nutrientes y contienen muchísimas calorías. Lejos de saciar tu apetito, lo estimulan artificialmente para que consumas más de lo que necesitas. Además, elevan el riesgo de que padezcas obesidad, cáncer y otras enfermedades cardiovasculares. Se estima que el 80% de los productos que puedes comprar en un supermercado están ultraprocesados. Así que procura ir a mercados donde vendan alimentos nutritivos. No compres ningún producto que tu abuela no sepa lo que es.

3. Aprende sobre trofología. Se trata del arte de combinar sabiamente los alimentos para que el proceso digestivo consuma la menor cantidad de energía, favorezca la asimilación de los nutrientes e intoxique lo menos posible el estómago. Ciertas combinaciones se digieren con más facilidad y rapidez que otras. Cuanto más procesado está un alimento, más cuesta digerirlo. Y cuanta más cantidad de alimentos diferentes consumimos en una misma comida, más tarda en limpiarse nuestro estómago. Puedes comer lo que quieras, pero tu único acompañamiento ha de ser vegetal. Y procura no tomar nada de postre. Ni siquiera fruta, pues al juntarse con otros alimentos alarga y dificulta innecesariamente el proceso digestivo. La fruta es mejor tomarla por la mañana o entre horas, siempre con el estómago vacío y limpio.

4. Reduce el consumo de carne. Para sentirte rebosante de energía y vitalidad has de ingerir alimentos vivos procedentes de la naturaleza, como la fruta o la verdura. En cambio, ¿de dónde viene toda la carne que comes? Del matadero. Puedes engañarte lo que quieras, pero la realidad es que al comer carne estás comiendo sufrimiento y muerte. Además, el consumo de proteína animal aumenta el riesgo de que padezcas cáncer, diabetes y otro tipo de enfermedades. Por otro lado, la industria ganadera es de las más contaminantes y menos sostenibles del planeta. Se requieren 16.000 litros de agua para producir un kilo de carne de ternera. La humanidad está condenada a hacerse vegana. Consume más proteína vegetal, la cual se encuentra en las legumbres, los frutos secos, las semillas, la quinoa, los guisantes, el tofú o el seitán.

5. Come con consciencia. En general no comes mientras estás comiendo. Más bien lo haces de forma automática y compulsiva, sin saborear aquello que estás comiendo. Más que comer, devoras, engulles y tragas. Y muchas veces lo haces enchufado a una pantalla y desconectado de ti mismo. Cultiva la atención plena mientras estás en la mesa, eligiendo consciente, libre y voluntariamente aquello que te metes en la boca. Come menos y hazlo más despacio, masticando lentamente cada alimento. Diferencia entre el hambre real –el cual parte de una sensación física– y el hambre emocional, que está ligado con la gula y la ansiedad. Come de forma intuitiva, escuchando a tu cuerpo y dándole aquello que necesita en cada momento. Pronto descubrirás que cuando mantienes una relación sana con la comida, lo que te apetece es lo que te beneficia.

6. Explora el ayuno intermitente. Respeta los tres procesos que rigen tu sistema digestivo. El primero se llama “apropiación”, se da entre las 14h y las 22h y tiene que ver con la ingesta de alimentos. El segundo se denomina “asimilación”, se da entre las 22h y las 6h y tiene que ver con la absorción y el uso que haces de parte de ellos. Y el tercero se llama “eliminación”, se da entre las 6h y las 14h y tiene que ver con la expulsión de lo que tu cuerpo no necesita. Esta es la razón por la que cuando cenas mucho y tarde te levantas cansado, embotado y sin energía. El ayuno intermitente es una invitación para desayunar lo más tarde posible y cenar lo antes posible, favoreciendo que tu estómago cumpla con sus ciclos naturales de apropiación, asimilación y eliminación. En caso de no poder evitarlo, a primera hora de la mañana come fruta.

7. Renuncia al tabaco y el alcohol. Ambos vicios te quitan mucho más de lo que te dan. Fumar es un hábito neurótico que pone de manifiesto tu inconsciencia. Principalmente porque la única razón por la que fumas es para calmar a corto plazo la ansiedad que te produce ser adicto a la nicotina. De hecho, te engañas a ti mismo creyendo que te gusta fumar simplemente para poder inyectarte esta sustancia tan tóxica en tu organismo, la cual inunda de humo tus pulmones. A su vez, el alcohol te produce una falsa sensación de bienestar y euforia temporal. Sin embargo, lo que verdaderamente te provoca beber de forma regular es el deterioro de tus órganos internos, generándote muchos problemas de salud, incluyendo infartos, diversos cánceres, cirrosis o pancreatitis, así como el alcoholismo, que es una enfermedad en sí misma.

8. Practica ejercicio físico. No hace falta que te hagas socio de un gimnasio. Prueba la “calistenia”, un método de entrenamiento que utiliza tu peso corporal para que puedas desarrollar tu físico de manera natural. La finalidad de este entrenamiento consciente es convertirte en tu mejor versión física. El primer paso es el más difícil: comprometerte contigo mismo, haciéndote responsable de tu bienestar físico. Y esto pasa por realizar semanalmente una serie de ejercicios que puedes hacer fácilmente en un parque o en el salón de tu casa, como las abdominales, las flexiones o las sentadillas. Si bien al principio puede que te cueste ponerte en marcha, llega un momento en que se convierte en una práctica agradable, placentera e incluso adictiva. Con el tiempo, acaba convirtiéndose en un hábito más plenamente integrado en tu rutina cotidiana.

9. Estate en contacto con la naturaleza. Ten plantas en casa y en la oficina y aprende a cuidarlas. Sácate a ti mismo a pasear por el bosque y la montaña. Toma un rato el sol cada día. Báñate en el mar siempre que puedas, sin importar si hace frío o calor. También es muy importante que de vez en cuando camines descalzo, sintiendo la tierra bajo tus pies. E incluso que cuando nadie te mire, abraces árboles y sientas la energía subyacente que late detrás de todos los seres vivos que forman parte de la Madre Tierra. Estar en contacto con la naturaleza te recarga las pilas, eleva tu frecuencia vibratoria y te hace sentir mucho más vivo y conectado. En este sentido, pon consciencia al jabón, el champú, el desodorante y la pasta de dientes que utilizas, procurando que todos ellos se hayan producido de forma ecológica y natural. Tu cuerpo te lo agradecerá.

10. No te vuelvas un talibán. Llevar un estilo de vida sano no es algo que puedas exigirte. Si tu cambio de hábitos está orquestado por el ego, acabarás causándote nuevos tipos de tensión relacionados con el culto al cuerpo y la obsesión con la salud. Y en casos extremos, puedes caer en las garras de enfermedades como la anorexia, la bulimia o la vigorexia. La verdadera motivación y el auténtico compromiso siempre nacen desde una necesidad que surge de forma natural. En muchas ocasiones te adentras en la alimentación consciente a raíz de haber padecido una saturación de malestar en este ámbito. La experiencia de la enfermedad suele conducirte hacia la búsqueda de la salud. Así que lo más importante es que seas amable, flexible, paciente, tolerante y benevolente contigo mismo. No hay mejor alimento que el amor propio.

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