«Sociodependencia», la adicción del siglo XXI

Las relaciones humanas pueden llegar a ser una bendición. Especialmente cuando las vivimos desde nuestra esencia. Es decir, con verdadero amor y auténtica libertad. Lamentablemente, el ego tiende a pervertirlas, convirtiéndolas en otra cosa. Y como consecuencia a los seres humanos no nos gusta la «gente», algo que muy pocos admitirán en público. No es políticamente correcto. Sin embargo, se trata de un término que utilizamos a menudo de forma despectiva. Sobre todo cuando nos referimos a ella como «cantidad, aglomeración o multitud». ¿Cuantas veces te has quejado de que al ir a un sitio había «demasiada gente»? Bastantes, ¿no es cierto?

Irónicamente, en general te gusta todavía menos estar a solas contigo mismo. De ahí que no te quede más remedio que sociabilizar con otras personas de forma habitual. No es tanto un deseo como una necesidad. Seguramente ahora mismo estás pensando que eres un ser social por naturaleza. Y es totalmente cierto. Pero el motor de tu sociabilidad está -en gran parte- en tu limitación para sentirte feliz y completo en solitud.

La incómoda verdad es que cuanto menos te gusta estar contigo mismo más necesitas y quieres estar con los demás. Piénsalo bien: ¿por qué sueles buscar constantemente compañía? Pues porque dentro de ti sientes una sensación de escasez. Al no bastarte contigo mismo te has convertido -sin saberlo- en un «sociodependiente». Es decir, «dependiente de la vida social». La paradoja es que cuanto más intentas huir de la soledad, más te topas con ella.

Sin darte cuenta, tus relaciones tienden a ser bastante utilitarias: a menudo utilizas a los demás como parches para tapar tu vacío existencial. ¿Te has fijado en que sueles acordarte de tus amigos especialmente cuando te sientes solo? La próxima vez que cojas el móvil para llamar -o mandar un WhatsApp- a alguno de ellos, simplemente hazte consciente de cómo te sientes en ese momento. Y seguidamente piensa por qué y para qué lo estás llamando o escribiendo. Si eres como la mayoría de sociodependientes te darás cuenta de que tu principal motivación es mitigar tu sentimiento de soledad.

Compañía y distracción

El impulso de conectar con otro ser humano -sea por medio del canal que sea- es un acto reflejo que se produce de forma inconsciente y automática. Actuando de esta manera inhibes cualquier posibilidad de sentirte solo. Se trata de una emoción que no te permites experimentar ni un segundo. Ésta es la razón por la que miras el móvil decenas de veces al día sin ningún objetivo en concreto. Bueno sí, para huir de la soledad y escapar del aburrimiento.

Si te fijas con detenimiento, cada vez que te sientes solo o aburrido enseguida buscas compañía o distracción. Llevas tanto tiempo huyendo y escapando de ti mismo que te has vuelto adicto a ciertos estímulos y a ciertas personas. Buscas fuera lo que no eres capaz de encontrar en tu interior. Y cuanto más desconectado y alejado estás de ti, menor es tu umbral de exigencia para con el tipo de gente con la que te relacionas. No en vano, a nivel inconsciente tiendes a usar a los demás como parches para evitar quedarte a solas con tus emociones y pensamientos. Y por supuesto, ellos también te usan inconscientemente a ti por el mismo motivo, convirtiendo vuestra supuesta conexión en un intercambio mercantil. Ambos os utilizáis para acompañaros y distraeros mutuamente.

Curiosamente, la palabra «distraerse» significa «alejarse de uno mismo». Es un sutil mecanismo de defensa para no sentir el vacío, la ansiedad y la angustia inherentes al sentimiento de soledad. El problema es que cuanto más tiempo pasas desconectado de tu verdadera esencia mayor es tu necesidad de compañía y entretenimiento. E inevitablemente llega un día en que te vuelves completamente adicto y codependiente de otros seres humanos. Es algo que le pasa a casi todo el mundo. De ahí que no sea descabellado afirmar que la sociodependencia es la forma de drogadicción más común en nuestra sociedad. No es casualidad que tanta gente tenga perros o gatos, también llamados «animales de compañía».

Sobrerrelacionados

Estás tan enganchado a la nicotina social que con tal de no sentirte solo acabas sobrerrelacionándote. Y en muchas ocasiones terminas siendo víctima de la híperconvivencia. Un síntoma inequívoco de que eres un sociodependiente es que pasas demasiado tiempo rodeado de otras personas. Pero la soledad que sientes nunca se disipa del todo. Siempre está ahí, acompañándote cual sombra vayas donde vayas y estés donde estés. Ésta es la razón por la que a pesar de que a veces no te apetece quedar con alguien, quedas igualmente.

Y como sucede con el resto de drogas, a mayor consumo, mayor necesidad. Así, cuanto más socializas con otras personas, más necesitas socializar con otras personas. Y en el caso de no hacerlo, aparece de nuevo la sensación de vacío en forma de ansiedad social. Todo con tal de no sentirte solo y de evitar la dolorosa sensación de separatividad generada ilusoriamente por el ego. Movido por esta invisible drogadicción, te autoconvences de que te encanta mantener una vida tan activa socialmente. Sin embargo, se trata de un sutil engaño. En realidad no te gusta tanto. De lo único que sí disfrutas es de aliviar la congoja que dicha adicción te produce cuando no estás rodeado de gente.

Si eres honesto, reconocerás que ciertas relaciones te parecen monótonas, insípidas, aburridas y superficiales. Y que algunos de los encuentros sociales que mantienes no te aportan nada y te dejan totalmente indiferente. Pero procuras no pensar demasiado en ello. Mientras te proporcionen tu dosis de nicotina social tiras para adelante. Además, explorar cualquier alternativa te aterroriza, pues implicaría experimentar de forma voluntaria el horror al vacío. Es decir, quedarte a solas, desnudo emocionalmente y cara a cara con el dolor que anida en tus profundidades.

¿Te has aislado socialmente alguna vez de forma voluntaria? Te lo comento porque la mayoría de sociodependientes no se dan cuenta de lo enganchados que están a los demás hasta que empiezan a cultivar conscientemente la solitud. Y es que sólo si te atreves a iniciar tu proceso de desintoxicación verificarás que no necesitas relacionarte tanto, dándote cuenta de lo insustanciales que pueden llegar a ser los encuentros con otros sociodependientes…

Las personas extremadamente sociables son con frecuencia
a las que menos les gusta estar a solas consigo mismas.
ARTHUR SCHOPENHAUER

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