Cómo lidiar con el «mono»

Existe una creencia popular según la cual necesitas de mucha fuerza de voluntad para liberarte de la adicción a cualquier droga. Sin embargo, esta afirmación no es del todo cierta. Y mucho menos en el caso de la nicotina social. Como sociodependiente, si fuerzas evitar la interacción con otras personas seguramente acabes deprimido por sentirlo como una privación autoimpuesta. Además, actuando así también perpetúas la creencia de que te estás perdiendo algo, provocando que tu FOMO sea cada vez más grande. Y como consecuencia, lo más probable es que generes el efecto contrario: que disfrutes todavía menos de tus momentos de solitud, reforzando la creencia de que la verdadera dicha solamente la proporcionan las relaciones con los demás.
Piénsalo bien. ¿Cómo vas a necesitar de la fuerza de voluntad para hacer algo que es inherentemente bueno para ti? No hace ninguna falta. Simplemente has de comprender los perjuicios que te causa tu adicción a la nicotina social, así como los beneficios que te estás perdiendo al seguir enganchado a esta droga. La mejor forma para desintoxicarte socialmente consiste en reprogramar y limpiar tu subconsciente, liberándote de una vez por todas de las creencias limitantes que te llevaron a volverte adicto a las relaciones humanas en un primer momento.
Y esto pasa por dejar de autoengañarte, asumiendo que tu soledad no se cura rodeándote de gente, sino aprendiendo a hacerte compañía a ti mismo. Y es aquí donde sí entra en juego tu voluntad. La has de utilizar para crear nuevos hábitos que te permitan gozar de la solitud. Éstos irán poco a poco sustituyendo a aquellas conductas sociales que llevabas a cabo para no sentirte solo y que ahora te has dado cuenta de que en realidad no te aportan nada.
Reactivar el suministro afectivo interno
Eso sí, mientras realizas esta transición mentalízate de que para trascender la nicotina social vas a tener que atravesar conscientemente «el síndrome de abstinencia», más conocido como «mono». Se trata del conjunto de desagradables reacciones físicas y psicológicas -lideradas por la ansiedad extrema- que padeces cuando dejas de suministrarte aquello a lo que te has vuelto adicto, ya sean sustancias, actividades o personas. En el caso de la sociodependencia el mono deviene cuando evitas cualquier tipo de interacción social -tanto analógica como online-, quedándote a solas contigo mismo. Es entonces cuando empiezas a sentir una insoportable sensación de abandono y soledad.
Al no haber sabido amarte a ti mismo, el único suministro que has conocido para llenar tu depósito de autoestima depende de una fuente externa: los demás. De ahí que seas un yonqui de la compañía ajena. Ésta es la razón por la que al quedarte a solas sientes que te falta el amor que necesitas para vivir. Es entonces cuando te invade el mono, el cual te lleva a necesitar un nuevo chute de nicotina social. Especialmente cuando estás más bajo de energía y de moral. De pronto se apodera de ti una imperiosa necesidad afectiva, la cual te hace creer que dependes de otro ser humano para sentirte bien y a gusto contigo mismo. En vez de emplear tus recursos propios para subir tu estado de ánimo, buscas que sean otros los que te hagan sentir mejor.
El síndrome de abstinencia es tan desagradable que te convierte en una piltrafa humana, llevándote a adoptar conductas totalmente infantiles y patológicas. Esencialmente porque bajo su embrujo estás convencido de que no tienes ningún valor por ti mismo, sino que tu valía te la da la gente con la que te relacionas. Especialmente tus seres queridos. Y por encima de todos ellos tu pareja, en caso de tenerla. Cada vez que te invade la soledad, date cuenta de cómo recurres sistemática e inconscientemente al suministro externo en lugar del interno, volviéndote cada vez más dependiente y adicto del primero. La única forma de revertir esta situación es aprovechar el mono como lo que es: una maravillosa oportunidad para reactivar el suministro afectivo que procede de dentro. Sólo así encontrarás finalmente un sano equilibrio entre ambos.
Abrazar el dolor
Eso sí, déjame advertirte que lidiar con el mono que produce la abstinencia de la nicotina social es una de las experiencias más duras y confrontantes de la vida. Y sin duda alguna, también una de las más transformadoras. En algunos momentos, el nivel de vacío y desesperación que llegas a sentir es realmente abrumador y apabullante. De hecho, es completamente normal que mientras llevas a cabo este proceso de desintoxicación social creas que eres un poco masoquista por ponerte en semejante situación. Sin embargo, afrontar tus demonios internos de forma voluntaria es un acto que denota honestidad, valentía y madurez. Y dado que se trata de una experiencia nueva para ti, al principio seguramente no sepas muy bien cómo proceder. Lo cierto es que no tienes que hacer nada. Simplemente ser y estar.
Mi recomendación es que vayas a un entorno natural y te pongas cómodo. Y una vez a solas, cierres los ojos, mires hacia dentro y respires hondamente. En cuestión de minutos -a veces incluso de segundos- empezarás a sentirte apenado. E incluso angustiado. Notarás cómo se calienta tu plexo solar. Y ya te adelanto que tu primera pulsión será huir de ahí como un cobarde… Pero no lo hagas. Permanece quieto y atento. Lo que sientes es dolor reprimido emergiendo desde tus profundidades. No trates de entenderlo. No es una cuestión racional, sino sentimental. Recuerda que es tu niño (o niña) interior expresándose. Y lo único que te pide es que estés presente y que sostengas sus emociones. Es decir, lo que sentiste durante tu infancia en relación con tus padres y que has venido guardando dentro desde entonces… Nada más y nada menos.
Y no lo veas como una opción, sino como una necesidad. A menos que quieras pasar por la vida de puntillas -dependiente de parches externos- tarde o temprano has de afrontar tu miedo a la soledad. Y es que es imposible que seas del todo libre, consciente y feliz hasta que tu herida de abandono haya sido curada y aceptes plenamente tu solitud. Por otro lado, la ansiedad, la tristeza y la angustia que sientes cuando te quedas a solas -en silencio y sin estímulos de ningún tipo- no se van a ir a ninguna parte. Te van a acompañar siempre como una sombra, vayas donde vayas. De ahí la importancia de atreverte a dar espacio a estas emociones y recibirlas con amor. Al sentirlas con plena consciencia, con el tiempo se diluirán y evaporarán. Y llegará un día en el que las habrás eliminado de tu organismo, completando tu proceso de desintoxicación social.
El síndrome de abstinencia no es otra cosa que sentir el agujero negro que hay en tu corazón por haberte abandonado durante tanto tiempo. Y superarlo pasa por quedarte el tiempo que haga falta en ese espacio oscuro y aterrador, acogiendo con aceptación cualquier emoción que brote desde tu interior. Has de abrazar tu dolor como si abrazaras a un niño herido que llora desconsoladamente. Y por más desgarrador que sea, es fundamental que comprendas que se trata del momento más relevante y trascendente de tu existencia. No olvides que la auténtica batalla se libra en tu interior. No te queda otra que ponerte pinturas de guerra en la cara y afrontarla cual guerrero espiritual.