El ego espiritual de los 9 eneatipos – Eneagrama

El «ego espiritual» es el último disfraz que utiliza este falso concepto de identidad para seguirnos encarcelando. Una vez estamos inmersos en nuestro proceso de autoconocimiento y desidentificación, el ego se va adaptando y estilizando para sobrevivir. Y comienza a emplear nuevas estrategias de manipulación mucho más sofisticadas. Sin ir más lejos, toma una forma aparentemente espiritual con la finalidad de perpetuar su poder e influencia sobre nosotros. Para empezar, nos hace creer que estamos mucho más evolucionados de lo que en realidad estamos.

Según el Eneagrama, cada eneatipo encuentra su propia forma de corromper su viaje de autoconocimiento en la medida en la que entra en el ámbito del desarrollo personal:

Ego espiritual del eneatipo 1

Tiende a autoexigirse espiritualmente para alcanzar un nuevo ideal de perfección más evolucionado y sofisticado. De hecho, crea una nueva moral espiritual, según la cual debe aceptar siempre la realidad y no enfadarse nunca. Esta es la razón por la que empieza a perturbarse porque no debería perturbarse… A su vez suele dejar de ver la televisión, meditar todos los días o volverse vegetariano. Y no porque le apetezca, sino porque así se lo dicta su juez interno. También suele criticar a los demás por su nivel de inconsciencia, reformando a quienes le rodean para que compartan su nueva filosofía de vida.

Ego espiritual del eneatipo 2

Tiende a alcanzar un punto en el que su orgullo espiritual le hace creer que ya no tiene nada más que aprender, creyendo haber logrado el nivel más alto de consciencia. Movido por este tipo de soberbia más sofisticada, suele sentirse superior espiritualmente. De ahí que comience nuevamente a entrometerse en la vida de quienes le rodean. Solo que esta vez para ayudarles en su proceso de transformación, dándoles consejos para vivir menos identificados con el ego. También siente lástima por quienes están dormidos y siguen luchando contra sí mismos. Al centrarse en el desarrollo espiritual ajeno se olvida del suyo propio.

Ego espiritual del eneatipo 3

Tiende a alcanzar un punto en el que su vanidad espiritual le lleva a vanagloriarse de su crecimiento y progreso en este ámbito. Lee libros de autoconocimiento, acude a retiros de introspección y sigue las enseñanzas de reconocidos gurús para poder después fardar de todo ello. Se trata de un intento desesperado de mostrar a los demás que ya no es el personaje falso, materialista y superficial que era antes de despertar, sino que ahora goza de una nueva identidad mucho más consciente y elevada. Sin embargo sigue siendo una fachada orientada a gozar de una valoración social más sofisticada y trascendente.

Ego espiritual del eneatipo 4

Tiende a alcanzar un punto en el que su egocentrismo espiritual le lleva a engordar su propio ego. Esencialmente por saturarse de tanto autoconocimiento e introspección. Es entonces cuando tiende a hablar de temas espirituales con personas que no están interesadas. Y a rechazar todo lo mundano y superficial, incluyendo a quienes considera «poco profundos» o directamente «muy dormidos». Al volverse un yonkie de la búsqueda espiritual ⎯y seguir sin encontrar su equilibrio interior⎯ suele envidiar en secreto a quienes viven centrados y están más evolucionados. Y en ocasiones ensalza a su gurú para diferenciarse del resto de buscadores.

Ego espiritual del eneatipo 5

Tiende a alcanzar un punto en el que su racionalismo espiritual le lleva a confundir erudición con sabiduría. Se cree que es muy sabio por consumir y acumular muchas enseñanzas de diferentes corrientes filosóficas y espirituales. Sin embargo este tipo de conceptos teóricos nada tienen que ver con las experiencias que posibilitan una verdadera transformación. De ahí que siga identificado con el ego y secuestrado por la mente. Eso sí, rebosante de ideas acerca del despertar y la iluminación. También suele utilizar la meditación como una práctica para aislarse del mundo y protegerse socialmente, cayendo en una indiferencia disfrazada de desapego.

Ego espiritual del eneatipo 6

Tiende a alcanzar un punto en el que su credulidad espiritual le lleva a no verificar la información y el conocimiento a través de su propia experiencia personal. Por el contrario, se cree ciegamente lo que le enseñan, aludiendo a que procede de fuentes de sabiduría ancestral. También sigue a rajatabla los métodos compartidos por sus gurús, tomando decisiones en base a los consejos y recomendaciones de estos. Y en caso de no funcionarle dichas directrices, puede llegar a cuestionarlos férreamente, sintiéndose traicionado y estafado. Por otro lado, es tal su afán de sentirse apoyado y orientado que puede llegar incluso a ser captado por una secta.

Ego espiritual del eneatipo 7

Tiende a alcanzar un punto en el que su evasión espiritual le lleva a utilizar la espiritualidad y la trascendencia para sublimar experiencias traumáticas y evitar sentir emociones dolorosas. A su vez tiende a poner un énfasis exagerado en el lado amable y optimista de la vida para no afrontar sus problemas mundanos. También puede caer en la gula de conocimientos, devorando un libro de autoayuda tras otro sin procesarlos, interiorizarlos ni digerirlos. Y acaba convirtiendo el pensamiento positivo en un prozac espiritual, empleándolo a modo de medicamento para sugestionarse sensaciones agradables con las que seguir tapando su vacío existencial.

Ego espiritual del eneatipo 8

Tiende a caer en la lujuria espiritual, asistiendo a diferentes retiros y ashrams para conectar sexualmente con otros buscadores y canalizar sus ansias de intensidad. Tiende a ocupar posiciones de poder o de liderazgo dentro de alguna comunidad espiritual. Y desde ahí suele emplear diferentes herramientas y técnicas esotéricas para manipular las mentes y conquistar las almas de personas más débiles y maleables. Y a poder ser vaciarles también los bolsillos. En definitiva, utiliza el ámbito de la trascendencia para imponer su voluntad sobre los demás y satisfacer de forma oculta sus necesidades mundanas.

Ego espiritual del eneatipo 9

Tiende a caer en la resignación espiritual. Más que aceptar y fluir con la voluntad de la vida se somete a ella ciegamente, aludiendo que «lo que tenga que pasar, pasará». Dicho conformismo le lleva a eludir su parte de responsabilidad en los asuntos mundanos que lo conciernen. Emplea la espiritualidad para narcotizarse y evadirse de cualquier potencial conflicto, convirtiéndose en una especie de vegetal que se pasa gran parte de su tiempo tirado en el sofá, esperando que la existencia le provea de lo que necesita sin tener que hacer nada. Y padece de anhedonia: incapacidad para sentir placer e interés por nada de lo que ocurre en el mundo.

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