Los 11 principales defectos egoicos del eneatipo 8

Los «defectos egoicos» son los rasgos obsesivos que manifestamos con mayor frecuencia cuando vivimos esclavizados por el ego. También son las reacciones impulsivas y automáticas que se desencadenan para proteger la imagen idealizada de nosotros mismos. E incluso los mecanismos de defensa y los trastornos de personalidad que devienen cuando nos obsesionamos con conseguir hacer realidad nuestra motivación egocéntrica. A pesar de ser profundamente neuróticos, estos patrones de conducta inconscientes ⎯forjados durante nuestra infancia⎯ constituyen la base de nuestra personalidad.

En el caso del eneatipo 8, estos son los principales 11 defectos egoicos:

Autoritarismo. Le gusta estar al mando de cualquier situación y salirse siempre con la suya. Tiene madera de tirano y dictador. Quiere que las cosas se hagan cómo él quiere y cuándo él quiere. No soporta que le digan lo que tiene que hacer. Cree que puede con todo y con todos. Y no se doblega ante nadie ni ante nada.

Castigo. Cuando considera que alguien se ha equivocado, no ha sido justo con él o le ha hecho daño emocionalmente se siente legitimado para castigarlo. Y este mecanismo también funciona a la inversa: cuando cree que ha actuado de la misma forma con otros se castiga a sí mismo con mucha dureza.

Destrucción. Cuando siente que no puede conseguir lo que quiere, tiende a manifestar conductas destructivas, intentando demoler aquello que le impide satisfacer sus deseos. También suele adoptar comportamientos autodestructivos para sublimar su sentimiento de culpabilidad por actuar de esa forma.

Reactividad. Vive agazapado tras un escudo protector. Y al tener tanto miedo a ser herido y controlado, está siempre a la defensiva. De ahí que sea extremadamente reactivo, saltando de forma explosiva y atacando enseguida a la yugular de quien cree que le está intentando someter o hacer daño.

Crueldad. Aunque jamás lo muestre es muy rencoroso. En caso de que alguien le hiera ⎯tanto a él como a alguno de sus seres queridos⎯ suele contraatacar de forma despiadada. Y cuando está muy descentrado puede llegar a comportarse de forma cruel, intentando dañar a su agresor en donde más le duele.

Control. Es adicto al control. Le gusta ser el amo y señor de cualquier situación. Es una persona muy calculadora, que tiende a someter a los demás ⎯muchas veces sin que se den cuenta⎯ para que cumplan su voluntad. Y en caso de no conseguirlo actúa de forma déspota, abusiva y coercitiva.

Confrontación. Suele ser una persona confrontante, desafiante e intimidante que impone mucho respeto. Su simple presencia intimida. Y cuando está enfadado da miedo. También intuye fácilmente cuando alguien está siendo hipócrita. Y tiende a pinchar a quien tiene delante para saber de qué pasta está hecho.

Conflicto. Vive la vida con una actitud hostil, combativa, guerrera y beligerante. Siempre va armado. Y como consecuencia suele entrar en conflicto con quienes se interponen en su camino, a quienes ve como enemigos. Quiere que todo el mundo sepa que es invencible y que nadie nunca va a poder pararle los pies.

Temeridad. Es una persona temeraria que no tiene ningún tipo miedo al peligro ni de aversión al riesgo. Le excita buscar sus propios límites, llegado incluso a poner en juego su integridad física. Le gusta retar y desafiar a los demás a que hagan lo mismo. Respeta a las personas osadas.

Territorialidad. Es muy territorial y defiende lo que considera suyo con ferocidad. Se siente el jefe de su clan, al que protege como si fuera el capo de la mafia: o estás con él o contra él. No deja entrar a nadie en su círculo íntimo de confianza hasta que verifica que se trata de alguien inofensivo.

Agresividad. Tiende a actuar de manera agresiva cuando se siente amenazado o atacado por alguien. Lo cierto es que se enciende con mucha facilidad. Y cuando conecta con la rabia suele fulminar a los demás con la mirada. Cree que la mejor defensa es un buen ataque. Y puede llegar a adoptar conductas violentas.