Los 11 principales defectos egoicos del eneatipo 4
Los «defectos egoicos» son los rasgos obsesivos que manifestamos con mayor frecuencia cuando vivimos esclavizados por el ego. También son las reacciones impulsivas y automáticas que se desencadenan para proteger la imagen idealizada de nosotros mismos. E incluso los mecanismos de defensa y los trastornos de personalidad que devienen cuando nos obsesionamos con conseguir hacer realidad nuestra motivación egocéntrica. A pesar de ser profundamente neuróticos, estos patrones de conducta inconscientes ⎯forjados durante nuestra infancia⎯ constituyen la base de nuestra personalidad.
En el caso del eneatipo 4, estos son los principales 11 defectos egoicos:
Carencia. Debido a su complejo de inferioridad, le acompaña una permanentemente una sensación de carencia y de falta. De alguna forma u otra, se siente traumatizado y estropeado por ciertos hechos acontecidos durante su pasado. Le es imposible conformarse y a todo le encuentra un «pero».
Desequilibrio. Dado que asocia estabilidad con normalidad, tiende a boicotearse inconscientemente a sí mismo por miedo a caer en la rutina. Como consecuencia se vuelve muy voluble: vive en una montaña rusa emocional y constantemente padece de altibajos. Encontrar el equilibrio le parece una utopía.
Drama. Prefiere sentir sentimientos muy dolorosos a no sentir nada en absoluto. Y tiende a empantanarse en su charca emocional, regodeándose de su propio lado oscuro. Es una persona excesivamente trágica y dramática que tiende a montar escenas, haciendo una enorme montaña de cada granito de arena.
Egocentrismo. Tiende a hacerlo todo sobre él, tomándose cualquier cosa que pasa como algo personal. Su forma de pensar y de hablar está exageradamente protagonizada por los pronombres «yo», «mi», «me» y «conmigo». Es tan egocéntrico que no ve a nadie más que a sí mismo.
Elitismo. Para compensar su sentimiento de inferioridad, tiende a adornar su personalidad con elementos que le den un aire sofisticado, distinguido y un tanto esnob. Rechaza sistemáticamente lo convencional, masificado y comercial. Y tiene un punto elitista, sintiendo que forma parte de una minoría de elegidos.
Excentricidad. Huye de la monotonía y de lo trivial. El peor insulto que le puedes decir es llamarlo «normal». En lo profundo de sí mismo se siente una oveja negra, un patito feo y un extraterrestre venido de otro planeta. Y cual bicho raro suele ser una persona excéntrica y extravagante que no deja a nadie indiferente.
Fantasía. Cree que la realidad tendría que ser diferente a como es: más especial, más intensa y más interesante. Vive atrapado dentro de sus fantasías y ensoñaciones. Es el guionista, director y actor principal de todas las películas que se monta en su cabeza, siendo el drama romántico su género preferido.
Hipersensibilidad. Se vanagloria de ser una persona altamente sensible (PAS). Lo cierto es que tiende a sentir las cosas que pasan con una excesiva emocionalidad. Tanto, que suele pasarse de frenada, llegando incluso a saturarse de tanto sentir. Llega un punto en que cualquier estímulo externo le afecta y le desequilibra.
Histrionismo. Suele ser una persona histriónica, con mucha tendencia a teatralizar y exagerar sus estados de ánimo. En ocasiones parece que sobreactúa, dándole demasiada importancia a cuestiones que en realidad no la tienen. Y todo con el fin de llamar la atención del público para el que está interpretando.
Inadaptabilidad. Al rechazar la normalidad de su tiempo, tiende a sentirse excluido y marginado por quienes llevan una vida convencional y siguen la norma. Irónicamente, suele rechazar a este tipo de personas antes de ser rechazado por ellos, convirtiéndose en un inadaptado social.
Incomprensión. Al llevar a cabo la introspección desde el ego, suele empacharse de sí mismo, convirtiéndose en una persona demasiado compleja, caótica y complicada. Por más que se interese por su mundo interior, no termina de comprenderse. Y tiene la sensación de que los demás nunca lo entenderán.
Masoquismo. Tiende a asociar felicidad con tristeza. Y suele ser adicto al sufrimiento. Le causa cierto disfrute y placer atiborrarse de pensamientos desagradables y sentimientos dolorosos. Su masoquismo emocional le lleva al punto de forzar situaciones que desencadenen cierto drama.