Las ocho principales prácticas transformadoras del Eneatipo 7 – Eneagrama

Las «prácticas transformadoras» son el conjunto de insights y experiencias relacionadas con el cuerpo, la mente y el espíritu que más contribuyen al desarrollo de la consciencia y la reconexión con el ser esencial. Todas ellas están orientadas a dejar de alimentar y reforzar el ego, de manera que el yo con el que estamos tan identificados se vaya debilitando hasta que finalmente muera de inanición. Esta es la razón por la que al principio sintamos cierta aversión y resistencia llevarlas a cabo.

Prácticas transformadoras para el Eneatipo 7

Sumergirse en el silencio. Es paradójico que aquello que más teme ⎯el silencio⎯ es lo que más le sana y le transforma. Su existencia está protagonizada por un constante y ensordecedor ruido mental. Para revertir este pensamiento frenético y compulsivo es fundamental que busque momentos para quedarse a solas, en silencio y poder así nadear. Es decir, hacer nada, practicando el arte de ser y estar. Es muy recomendable que dedique un rato cada día a sentarse en un banco ⎯a poder ser en un entorno natural⎯ para conectar consigo mismo. A partir de ahí lo único que tiene que hacer es respirar conscientemente, sintiendo y acogiendo con amor cualquier emoción que emerja desde sus profundidades. Cuanto más practique, más silencioso se volverá y más se relajará.

Abrazar el dolor. Otra práctica que ha de llevar a cabo es dejar de escapar de sí mismo. Y para lograrlo ha de aprender a parar. Solo así podrá repararse. Eso sí, cuando se queda quieto y sin estímulos externos, enseguida comienza a aburrirse. Es entonces cuando ha de armarse de valor para sostener su aburrimiento. Más que nada porque en el fondo es dolor reprimido. Y por más que huya éste no va a irse a ninguna parte. El reto consiste en simplemente sentirlo. Nada más. A partir de ahí, es probable que le de por llorar. Este llanto consciente tiene la función de extraer dicho dolor de dentro hacia fuera, liberándose de emociones largamente reprimidas. Y en ocasiones ⎯de tanto llorar⎯ puede que se quede vacío, pero con una agradable sensación de plenitud interna.

Liberarse de las adicciones. Al sentirse tan insatisfecho tiende a volverse adicto a diferentes parches, como la comida, la nicotina, el alcohol, la marihuana, la cocaína, el sexo, el móvil, los videojuegos, las apuestas y ⎯en definitiva⎯, cualquier actividad que le genere adrenalina, placer o gratificación inmediata. Así es como se anestesia del dolor. Para poder transformarse ha de trascender sus adicciones, afrontando el síndrome de abstinencia. Es decir, sentir el conjunto de reacciones físicas y emocionales que afloran temporalmente al dejar de consumir aquello a lo que es adicto. Practicar la sobriedad no es una cuestión de renuncia, sacrificio ni de fuerza de voluntad. Deviene de forma natural cuando comprende que dichos hábitos son nocivos y perjudiciales para su salud.

Vivir en el presente. Una de las cosas que más le cuestan es estar verdaderamente presente. Está tan identificado con su mente y tan enganchado con sus pensamientos que suele vivir allá y entonces. De ahí que ⎯en su caso⎯ practicar el mindfulness no sea una opción, sino una necesidad para estar centrado y focalizado en lo que está sucediendo momento a momento. Cultivar la atención plena pasa por ser consciente de su respiración, dándose cuenta de cómo inhala y de cómo exhala el aire. No importa lo que esté haciendo. En el instante en que toma consciencia del aquí y ahora, notará como el flujo mental se detiene, dejando automáticamente de pensar. Y al igual que un músculo se fortalece a base de entrenarlo, vivir en el presente es un hábito que se adquiere con la práctica.

Explorar el jomo. Otro de los grandes desafíos que ha de superar es confrontar y trascender el miedo a perderse algo ⎯«fomo»⎯, un término que procede del inglés «fear of missing out». Esencialmente porque este temor le lleva a hacer demasiados planes, comprometerse con demasiadas personas y a tener que estar en demasiados sitios a la vez, lo cual en ocasiones no solamente es físicamente imposible, sino mentalmente drenante. Su crecimiento espiritual pasa por comprender que menos no solo es más, sino que también puede ser mucho mejor. Esto es precisamente lo que propone el «jomo» ⎯«joy of missing out»⎯, cuya traducción significa «la alegría de perderse algo». Para experimentarlo, el primer paso consiste en saber estar verdaderamente a gusto consigo mismo.

Aprovechar el sufrimiento. Para poder transformarse ha de dejar de temer, negar y banalizar el sufrimiento, aprovechándolo para crecer y evolucionar espiritualmente. No en vano tiene la función de confrontar su ignorancia e inconsciencia, cuestionando su sistema de creencias. Sufrir es una invitación para salir de la zona de confort y dejar de evadirse. También le sirve para estar más en contacto con la realidad de la existencia, la cual no tiene nada que ver con las fantasías naifs e idealizaciones utópicas que suele imaginarse en su mente. A su vez es fundamental que mantenga conversaciones serias y profundas con personas de confianza acerca del lado oscuro, negativo y doloroso de la condición humana. Solo así se volverá una persona verdaderamente adulta y madura.

Dedicar tiempo a la lectura. Una de las prácticas que más lo centran es la lectura. Esencialmente porque se trata de una actividad que suele hacer estando solo, en silencio, de manera tranquila y que requiere de concentración. Eso sí, más allá de leer novelas para entretenerse, se le recomienda que lea ensayos de autoconocimiento ⎯como éste⎯, los cuales favorecen la introspección. Este tipo de libros no solo son una puerta de entrada a su mundo interior, sino que le permiten comprender mucho mejor la forma de gestionar emociones incómodas y desagradables. Además, en la medida en que se conoce mejor a sí mismo, se siente más capacitado para compartir su malestar con sus seres queridos. Y también para acompañarlos emocionalmente cuando estos lo necesiten.

Entrenar la constancia. Otra de las cosas que más le ayudan a evolucionar es hacer menos planes y quedar con menos personas, priorizando la calidad en detrimento de la cantidad. Para lograrlo ha de saber qué es lo que genuinamente le gusta, le interesa, le motiva y le hace sentir pleno. A partir de ahí, cada vez que le propongan alguna actividad es fundamental que evite decir «sí» compulsivamente. Ha de aprender a ponderar acerca de lo que le da versus lo que le quita. Y solo comprometerse si es algo que realmente quiere hacer y le llena de verdad. Al tener más claras sus prioridades y poner más en valor su tiempo y energía, gozará de mucha más determinación y constancia. Y le resultará mucho más fácil acabar lo que empieza.

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