Las ocho principales prácticas transformadoras del Eneatipo 6 – Eneagrama
Las «prácticas transformadoras» son el conjunto de insights y experiencias relacionadas con el cuerpo, la mente y el espíritu que más contribuyen al desarrollo de la consciencia y la reconexión con el ser esencial. Todas ellas están orientadas a dejar de alimentar y reforzar el ego, de manera que el yo con el que estamos tan identificados se vaya debilitando hasta que finalmente muera de inanición. Esta es la razón por la que al principio sintamos cierta aversión y resistencia llevarlas a cabo.
Prácticas transformadoras para el Eneatipo 6
Relajar la mente. Su gran problema es que está demasiado identificado con su cháchara mental, la cual lo tiene totalmente sometido y tiranizado a un bombardeo diario de pensamientos neuróticos. Su transformación pasa por dedicar tiempo a observar su mente y domesticar su atención. Sólo así podrá darse cuenta de que no es la charla que oye en su cabeza, sino el ser que es capaz de escucharla. En su caso, practicar meditación no es una opción, sino una necesidad vital para desengancharse de su compulsivo proceso mental. También le puede venir de maravilla hacer yoga o cualquier otra disciplina que le ayude a relajar su mente, conectar con su cuerpo y sentir su espíritu. Es algo que ha de trabajarse cada día y de por vida.
Cuestionar los pensamientos. La raíz de su miedo, inseguridad y desconfianza no tiene nada que ver con sus circunstancias, sino con su forma de mirarlas e interpretarlas. El contenido de sus pensamientos está protagonizado por la preocupación, la ansiedad y la paranoia. De ahí que ⎯por sugestión⎯ tienda a sentir y padecer este tipo de emociones. Lo cierto es que de forma inconsciente suele recrear todo tipo de escenarios amenazantes para justificar su nerviosismo. Y como consecuencia su vida se asemeja a una película de terror. Para revertir esta situación ha de cultivar la atención plena (o mindfulness), estando muy alerta y vigilante del tipo de pensamientos que aparecen por su mente. Solo así podrá observarlos, cuestionarlos y dejar de creérselos.
Hacerse amigo del miedo. Uno de sus mayores aprendizajes consiste en cambiar el rol que ocupa el miedo en su vida, cesándolo como director general para reconvertirlo en un mero asesor externo. Y es que la función de esta emoción es avisarle de que está adentrándose en un lugar nuevo e inexplorado. En el fondo, el miedo lo único que pretende es protegerlo, evitando que le pasen cosas desagradables. Su transformación pasa por atreverse a sentir y sostener esta emoción, convirtiéndola en un aliado en su proceso de crecimiento espiritual. Solo así descubrirá que al otro lado del miedo se encuentran las mejores cosas de la vida. De ahí la importancia de recibirlo con hospitalidad, ilusión y expectación, encontrando un sano equilibrio entre el riesgo y la prudencia.
Cultivar el escepticismo. Debido a su profundo miedo a la libertad ⎯el cual suele tomar forma de fanatismo ideológico⎯, tiende a creer en algo sumisamente o a posicionarse en contra con arrogancia y obstinación. Sin embargo la sabiduría no tiene nada que ver con creer o no creer, sino con saber. Esta es la razón por la que es imprescindible que cultive el verdadero escepticismo, verificando y contrastando cualquier conocimiento procedente del exterior a través de su experiencia interior. También es fundamental que esté siempre abierto a recibir información nueva, incluso cuando ésta atenta contra su identidad. Actuando de este modo hará consciente los prejuicios y resistencias egoicos que le mantienen esclavizado a una forma de pensar muy limitante.
Ser su principal referente. Para poder sanar y transformarse es imprescindible que se emancipe de cualquier figura de autoridad, cuestionando las creencias y directrices con la que ha sido condicionado por su entorno social y familiar. Uno de sus mayores retos es convertirse en su principal referente, atreviéndose a tomar sus propias decisiones siendo fiel a sus valores esenciales. Es decir, a aquello que considera más valioso e importante. Además, en la medida en que aprende a silenciar su mente también ha de escuchar y seguir a su intuición, orientándose en función de lo que le dicta su corazón. Así es como cultiva el músculo de la autoconfianza, gozando de una brújula interior personal e intransferible con la que poder navegar de forma autónoma por la vida.
Confiar en la vida. Para poder trascender el miedo y la inseguridad no le queda más remedio que confiar en la vida. Y no se trata de que tenga fe, creyendo ciegamente que todo va a ir bien. Por el contrario, ha de verificar empíricamente que las cosas que le suceden son necesarias para su evolución espiritual. Si echa un vistazo a su pasado y se compromete con aprender de lo que le ha ocurrido, descubrirá que las circunstancias más adversas son potencialmente las más beneficiosas, pues son las que mayor aprendizaje pueden reportarle. Todo depende de la actitud con la que las afronta. Esta toma de consciencia le permite mirar hacia el futuro con confianza, sabiendo que lo que le espera ⎯sea lo que sea⎯ va a seguir siendo lo que necesita para seguir creciendo y evolucionando.
Poner la atención en el círculo de influencia. Todo el miedo y la ansiedad que siente se debe a una sola cosa: a que suele tener puesto el foco de atención en su círculo de preocupación, pensando constantemente en aquello que no depende de él cambiar: la realidad. Al ir creciendo en consciencia es esencial que aprenda a redirigir su atención, poniendo el foco en su círculo de influencia. Es decir, en aquello que sí depende de él cambiar: su actitud frente a la realidad. Para lograrlo ha de adquirir el hábito de darse cuenta de cuando su mente tiende a divagar sobre cuestiones que escapan por completo a su influencia. Y saber erradicar este tipo de pensamientos de raíz, arraigándose nuevamente al momento presente. De este modo se sentirá cada vez más capacitado para afrontar lo que venga.
Abrazar la incertidumbre. Otra de las revelaciones que más transforman su forma de pensar y de vivir es que la vida es absolutamente impredecible e incierta. Por más que se empeñe en especular acerca de lo que puede llegar a sucederle, la realidad es que es imposible que adivine lo siguiente que va a acontecer. De ahí la futilidad de obtener certezas. Esencialmente porque cuanta más seguridad externa busca, más inseguro por dentro se siente. Su transformación pasa por abrazar la incertidumbre, comprendiendo que la seguridad que busca está dentro y no fuera. Y esto no pasa por renunciar al control, sino por soltar la creencia de que controla algo. Al estar en paz con el hecho de no saber qué va a suceder, de pronto comienza a vivir más despierto y a sentirse mucho más vivo.