Adultos narcisistas

El «narcisismo» es otra de las enfermedades de nuestro tiempo. Es la causa de que haya tantas familias disfuncionales. Y también la principal consecuencia. Pero, ¿en qué consiste exactamente? Si bien puede manifestarse en múltiples maneras, de forma resumida podría definirse como un «exceso de egocentrismo». El denominador común de todos los narcisistas es que están demasiado preocupados por sí mismos, lo cual les impide empatizar con el resto de las personas con las que se cruzan por la vida. Miran el mundo y a los demás desde su pequeño yo, engrandeciéndose desmesuradamente a sí mismos. Su lema vital viene a ser algo así como: «Lo que yo quiero, cuando yo lo quiero y porque yo lo quiero».

El motor del narcisismo es el interés personal llevado al extremo. De ahí que los narcisistas sean personas tremendamente utilitaristas. Y que establezcan relaciones puramente mercantiles. Ven a los demás como simples objetos. Los utilizan para alcanzar sus metas y los desechan cuando ya no les son necesarios. No tienen en cuenta los sentimientos ajenos. Para ellos, sólo importa la satisfacción de sus necesidades, la consecución de sus deseos y el cumplimiento de sus expectativas. Solamente se acercan y se juntan con otros en la medida en que éstos pueden aportarles algo valioso o les sirven para sus propios fines.

El egocentrismo de los narcisistas es tan exagerado que se creen que su percepción subjetiva de la realidad es la realidad objetiva en sí misma. Están convencidos de que su versión de los hechos es la única correcta y verdadera. De ahí que frente a cualquier conflicto de intereses que puedan tener con otras personas se muestren siempre rígidos e inflexibles con su postura. Su planteamiento es muy simple: ellos siempre tienen razón y los demás siempre están equivocados. De hecho, no entienden cómo la gente no ve las cosas como ellos las perciben. Les irritan los puntos de vista diferentes a los suyos. Y se ponen a la defensiva cuando alguien no está de acuerdo con ellos.

Motivaciones oscuras

Los narcisistas tienen un ego muy inflado. Consideran que tienen derecho a recibir un trato especial allá donde vayan. Cualquier conversación siempre gira entorno a sus intereses. Eso sí, no les gusta mostrarse vulnerables y rehúyen la intimidad. En un plano muy inconsciente temen que los demás descubran cómo son de verdad. Por otro lado, juzgan y critican constantemente al resto de los seres humanos. Actuando de esta manera compensan su falta de autoestima y su complejo de inferioridad. Se trata de un sutil y perverso mecanismo de defensa con el que intentan aumentar su sensación de valía, sintiéndose diferentes, mejores y superiores a los demás.

Otro rasgo muy común entre los narcisistas es que viven en un estado de hipervigilancia, buscando cualquier forma de desprecio hacia ellos real o imaginaria. Y malinterpretan frecuentemente la actitud y el comportamiento de quienes les rodean, atribuyéndoles motivaciones oscuras que nada tienen que ver con lo que éstos piensan. Por eso se ofenden tan a menudo y se molestan con tanta facilidad. Su malestar los convierte en personas complicadas y conflictivas. Siempre le encuentran algún pero a la realidad. Por eso sufren tanto. Resulta irónico que se sientan tan vacíos teniendo un ego tan grande…

En caso de equivocarse, los narcisistas nunca se disculpan ante nadie ni se arrepienten de nada. Su falta de autocrítica les impide asumir y aprender de sus errores. Por el contrario, se victimizan y culpan siempre a los demás de lo que sienten. Y buscan alivio a su constante insatisfacción y sufrimiento por medio de la evasión y la narcotización. Confrontar sus demonios internos es simplemente demasiado doloroso. De ahí que no les quede más remedio que seguir consumiendo la droga a la que son más adictos: el autoengaño. El quid de la cuestión es que los narcisistas no son conscientes de que son narcisistas, pues si lo fueran, harían lo necesario para empezar a transformar su manera de relacionarse.

Infancias traumáticas

Todos tenemos un punto narcisista. En mayor o menor medida, todos nos creemos el ombligo del mundo y el centro de nuestro diminuto e insignificante universo. Si te fijas con detenimiento te darás cuenta de que eres el protagonista del 99,9% de tus pensamientos. Y en todo momento estás percibiendo la realidad desde la perspectiva de tu yo. De ahí que tiendas a hacerlo todo sobre ti, poniéndote a ti mismo en primer lugar. Es una simple cuestión de supervivencia.

Sin embargo, el narcisismo solamente se convierte en algo patológico cuando eres incapaz de salir de ti mismo, de tu cárcel mental. Es decir, cuando estás tan poseído por la mente y tan identificado con tus emociones que ignoras cómo te limita este egocentrismo a la hora de interactuar con los demás. Y cuando -en definitiva- te vuelves prisionero de los pronombres posesivos «yo», «mí», «me», «conmigo»…

Cabe señalar que los narcisistas tienen muy mala prensa hoy en día. Son despreciados por la sociedad. Se les juzga, rechaza y condena por considerarlos «personas tóxicas». Muy pocos se toman la molestia de comprender las causas que hay detrás. El narcisismo se origina durante la infancia y a menudo tiene un componente genético. Es una afección mental que se debe a la falta de cariño, afecto y amor. Y también al sentimiento de abandono y soledad. De hecho, se desencadena para mitigar el dolor de haber crecido en una familia disfuncional. No es casualidad que la gran mayoría de los narcisistas sean hijos de un matrimonio infeliz. Es decir, de una pareja compuesta por dos niños asustados y traumados que esperan mutuamente que el otro sane sus heridas.

Al no haberse satisfecho estas necesidades básicas durante los primeros años de su existencia, éstas toman el poder y el control en la edad adulta. Por eso los narcisistas sienten un anhelo insaciable de atención y valoración. Su gran tragedia es que pase lo que pase, consigan lo que consigan y se conviertan en quienes se conviertan siempre necesitan y quieren un poco más. Y nunca se sienten del todo llenos ni completos. Principalmente porque este hambre emocional no puede saciarse con nada ni nadie de afuera. Tan sólo se colma nutriendo su autoestima desde adentro.

La condición fundamental para el logro del
amor es la superación del propio narcisismo.
ERICH FROMM

¡Comparte este post!

¡Apúntate a la Newsletter!

    Acepto la Política de privacidad y la Política de cookies


    Próximo curso presencial

    Categorías

    Autoconocimiento y crecimiento personal

    Relación con uno mismo

    Eneagrama

    Relación con el Eneagrama

    Familia y pareja

    Relación con los demás

    Filosofía y espiritualidad

    Relación con la vida

    Reinvención y desarrollo profesional

    Relación con el mercado laboral

    Economía, sociedad y educación

    Relación con el sistema económico