Los 7 niveles de identificación en el Eneagrama

Una vez nos sumergimos en el Eneagrama vamos descubriendo que existen siete niveles de identificación, que cual escalera descendente van del más superficial al más profundo.

El primero tiene que ver con la «no identificación». Si bien estamos identificamos inconscientemente con un tipo de personalidad, todavía no somos conscientes de dicho encarcelamiento psicológico. Y al no conocernos a nosotros mismos lo más habitual es vernos reflejados en todos los eneatipos, sintiendo que tenemos un poco de todos. Esto sucede porque nos quedamos trabados en las actitudes y conductas que describe esta herramienta, sin darnos cuenta de las motivaciones ocultas que hay detrás.
Recordemos que de los nueve tipos de personalidad hay uno que tiene mucho más protagonismo e influencia sobre nosotros, tanto en un plano egoico como esencial. De ahí que el segundo nivel consista en identificar nuestro «eneatipo principal». Y esto ocurre cuando experimentamos nuestro orgasmo emocional. De pronto somos conscientes del motor que se esconde detrás de nuestros actos, el cual está estrechamente relacionado con nuestra herida de nacimiento. Y al darnos cuenta muchas cosas en nuestra vida empiezan a cobrar sentido.
El tercer nivel está relacionado con el «centramiento» y el «descentramiento». Se trata de investigar más en profundidad el lado oscuro y la parte luminosa de los dos tipos de personalidad conectados con nuestro eneatipo principal por medio de las líneas que aparecen en el símbolo. Nos aportan información muy valiosa para iluminar nuestras sombras y vivir más centrados y conectados. De hecho, tenemos tanto de estos dos eneatipos que por momentos podemos pensar que alguno de ellos es nuestro eneatipo dominante.
El cuarto nivel son las «alas». Se trata de verificar cuanto nos influyen los dos eneatipos que están a la derecha y a la izquierda de nuestro tipo de personalidad principal, tanto en lo que respecta al ego como al ser esencial. En general tenemos un ala dominante, pero hay quienes tienen las dos. Y su influencia puede ser tan grande que en ocasiones también puede parece que se trata de nuestro eneatipo principal. De ahí la importancia de trabajarnos la herida de dichos eneatipos como parte de nuestro proceso de transformación.
El quinto nivel son los «instintos» o «subtipos» (conservación, sexual y social) de nuestro eneatipo dominante. Se trata de hacer consciente cuál de estos tres está más activo en nosotros, aportándonos información todavía más concreta y específica acerca de las necesidades y motivaciones más primarias del ego con el que estamos identificados. Lo recomendable es trabajarnos estas tres pulsiones, de manera que encontremos un sano equilibrio entre ellas.
El sexto nivel son los «niveles de desarrollo»: insano, medio y sano. Se trata de darnos cuenta de qué tan esclavizados estamos por nuestra herida de nacimiento, qué tan identificados estamos con el ego y, en definitiva, cuál es nuestro nivel de consciencia actual y el grado de conexión con el ser esencial. Recordemos que cada eneatipo puede vivirse de muchas maneras diferentes en función de estas variables.
La desidentificación consciente
El séptimo y último nivel es la «desidentificación». Llega un momento en nuestro viaje espiritual que nos desidentificamos conscientemente del ego, liberándonos del falso concepto de identidad y del yo ilusorio. Es entonces cuando tomamos todavía más consciencia de que evidentemente no somos un eneatipo. Y que lo que somos en esencia es imposible verbalizarlo con palabras. De este modo trascendemos el Eneagrama y todas las etiquetas que lo acompañan.
Recapitulando, desde la óptica del Eneagrama ninguno de nosotros pertenece a un solo tipo de personalidad. Somos una mezcla única y original de los nueve eneatipos, especialmente de cuatro o cinco de ellos: el principal; a los que nos centramos y descentramos; así como el ala o las alas. Todo ello sazonado por la influencia de un instinto dominante y el nivel de desarrollo en el que nos encontramos. E incluso por los eneatipos principales de nuestros padres, los cuales ⎯evidentemente⎯ influyen mucho en la construcción de nuestra personalidad. Y por supuesto, por muchas más variables que no caben dentro de esta herramienta y que también influyen en por qué somos como somos… A pesar de las generalizaciones que emplea el Eneagrama, es fundamental señalar que hay tantas combinaciones diferentes como seres humanos hay en este mundo.
En este sentido, hay que dejar muy claro que identificarse con un tipo de personalidad en particular no quiere decir que nos veamos reflejados en todo lo que se dice acerca de él. Ni mucho menos. Se trata más bien de reconocer ⎯a grandes rasgos y de forma general⎯ las tendencias de comportamiento que describe. Es muy importante que no te tomes las descripciones descritas a continuación de forma literal, rígida y absoluta, sino de manera arquetípica, flexible y orientativa. Recuerda que cada ser humano es un universo en sí mismo y ⎯por ende⎯ es indescriptible.
Curiosamente, al mirarnos en este espejo del alma y descubrir nuestro eneatipo principal sentimos todo tipo de emociones en nuestro interior. Hay quienes lloran. Hay quienes sienten alivio. Hay quienes se enfadan. Hay quienes sienten culpa. Hay quienes se avergüenzan. Hay quienes se sienten liberados. Hay quienes sienten pena y lástima por sí mismos. E incluso hay quienes sienten asco y repulsión. Sea como fuere, la mejor actitud que podemos tomar frente al Eneagrama es reírnos de nosotros mismos y no tomarnos tan en serio. Al fin y al cabo no hemos elegido nuestras cualidades ni nuestros defectos: son estructurales y vienen de serie.
Al leer cualquier información relacionada con los nueve eneatipos es recomendable que hagas consciente todo aquello con lo que te sientas identificado. Tanto en lo concerniente a tu lado oscuro como a tu parte luminosa. Y dado que el Eneagrama describe tendencias de comportamiento, no solo subrayes aquello que refleja tu momento presente, sino también todo lo que te recuerde a tu manera de ser en el pasado. Y sobre todo, ten en cuenta que el ego no quiere ser destronado. De ahí que vaya a hacer lo posible para autoboicotearte mientras leas. Simplemente date cuenta de las artimañas que utiliza para mantenerte hipnotizado y tarde o temprano tu orgasmo emocional llegará.