La rebelión de las ovejas negras

Seguro que a estas alturas de tu vida ya te has dado cuenta: la sociedad es en sí misma una sofisticada conspiración para que te conviertas en una oveja. El sistema en el que vives pretende desempoderarte como individuo, de manera que te sometas dócil y voluntariamente al orden social establecido. Es decir, a la manera convencional y estandarizada en la que piensa, actúa y vive la mayoría. Y dado que la neurosis egoica no para de crecer por todas partes, eres una víctima -sin saberlo- de la tiranía de lo políticamente correcto. Tú mismo te autocensuras, autolimitas y autoboicoteas inconscientemente para evitar decir o hacer algo que ofenda al resto de tus semejantes. No vaya a ser que seas el siguiente en ser juzgado por tu entorno social y familiar. O linchado públicamente en las redes sociales.

Dentro de este contexto de fustigamiento, represión y uniformidad, ser auténtico se ha convertido en un acto revolucionario. Y esto es precisamente lo que consigues cuando superas tu adicción a la nicotina social. De pronto ya no te importa ni te limita lo que la gente piensa de ti. En la medida en que cultivas tu lado solitario e introspectivo, poco a poco te vas emancipando psicológicamente de la sociedad y empiezas a ser libre del sistema dentro del sistema. La conquista de tu solitud no sólo te lleva a salirte del rebaño social, sino que en última instancia te permite ser quien verdaderamente eres. Es entonces cuando en tu círculo de conocidos te ven y etiquetan despectivamente como una «oveja negra».

Si bien desde la perspectiva mayoritaria tiene una connotación negativa, en realidad se trata de un halago, pues pone de manifiesto que posees muchas cualidades positivas. Para empezar, ser una oveja negra implica romper con el borreguismo imperante, lo cual denota muchísimo coraje y valentía. En vez de caminar por la ancha avenida por la que circulan el resto de las ovejas blancas, te atreves a seguir tu propia senda. De hecho, ya no necesitas que ningún pastor te diga por dónde has de ir, pues tú mismo te has convertido en tu propio guía. Tomas decisiones movidas por tu intuición. Y asumes con responsabilidad y madurez las consecuencias de tus actos, cultivando una sana autocrítica para aprender de tus errores.

Libertad de pensamiento y de expresión

Otro rasgo muy distintivo de las ovejas negras es que se lo cuestionan todo. Si eres una de ellas es imposible que te conformes con la versión oficial. Por el contrario, estás comprometido a buscar y encontrar tu propia verdad. Así es como te conviertes en un librepensador. Cuentas con criterio propio. Y empleas el sentido común para navegar por la realidad. Y como consecuencia, adoptas una postura liberal frente a la existencia, respetando puntos de vista diferentes a los tuyos y defendiendo a capa y espada la libertad de expresión. El lema vital de las ovejas negras es «vive y deja vivir».

Como oveja negra, también sueles vivir de dentro afuera. No te riges por las reglas, normas y cánones socialmente aceptados, sino que sigues los dictados de tu corazón. Al haberte emancipado de la presión social te sientes libre para vivir tu vida a tu manera. Así es como superas la patología de la normalidad, trascendiendo la necesidad de cumplir las expectativas ajenas y de hacer lo que se supone que tienes que hacer para ser considerado un miembro normal de la sociedad. Esencialmente porque te has dado cuenta de que ser «normal» significa renunciar a lo que te hace único para contentar a una gran mayoría que ya renunció en su momento… Por el contrario, tan sólo te rindes cuentas a ti mismo, a tu razón y a tu conciencia. Eres tremendamente fiel a los valores y principios que quieres que rijan tu existencia. Y evidentemente, tampoco esperas nada de nadie, liberando a los demás de tener que rendirte cuentas.

En definitiva, lo que te hace especial como oveja negra es que tienes el valor de honrar tu singularidad, atreviéndote a ser genuinamente auténtico. Eso sí, el precio que pagas es ir contracorriente, siendo diana de todo tipo de juicios y críticas envenenados por parte de quienes siguen secuestrados por el statu quo. Tu libertad y autenticidad son demasiado dolorosas para quienes siguen siendo esclavos de la máscara que se pusieron para (intentar) encajar dentro de las convenciones sociales de su tiempo. Y no es que lleves la contraria por capricho, sino por dignificar el ser que realmente eres, el cual es inherentemente único, original y singular. Esa es sin duda la rebelión pendiente de la humanidad: que todos nosotros nos convirtamos en ovejas negras, dejando así de seguir a un rebaño que camina directo hacia el abismo.

No traiciones tu autenticidad a cambio de una mirada de aprobación.
JORGE BUCAY

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