El proceso de transformación según el Eneagrama

Ser conscientes del ego no es suficiente para poder trascender este falso concepto de identidad. Lo que nos permite vivir despiertos es comprometernos con nuestra transformación personal. Más allá de ayudarnos a hacer un autodiagnóstico de nuestro lado oscuro, el Eneagrama nos muestra el camino espiritual que cada eneatipo ha de seguir para manifestar su parte luminosa.
El mayor aprendizaje que nos propone esta herramienta es autotrascendernos, dejando de identificarnos con el yo ilusorio que nos mantiene psicológicamente prisioneros. Y es que no somos nuestra personalidad, sino la consciencia que es capaz de observarla. El quid de la cuestión es que cuestionar el ego es muy doloroso al principio. Y ya no digamos soltarlo, lo cual puede llegar a ser aterrador. Además, en la medida en la que comenzamos a mirar hacia adentro empiezan a aflorar emociones reprimidas y heridas enterradas durante largo tiempo. Esta es la razón por la que este trabajo interior es para valientes.
Además de mostrar el centramiento, vamos a profundizar en los tres aspectos principales de nuestro proceso de transformación. El primero es el «desafío psicológico» inherente a nuestro tipo de personalidad. Se trata de una barrera mental que nos mantiene esclavos del ego. Y se presenta en forma de pregunta, la cual pone de manifiesto una paradoja que no podemos resolver intelectualmente. Hacerla consciente suele ayudarnos a hacer clic.
El desafío psicológico de los nueve eneatipos
El segundo aspecto son las «prácticas transformadoras». Es decir, el conjunto de insights y experiencias relacionadas con el cuerpo, la mente y el espíritu que más contribuyen al desarrollo de la consciencia y la reconexión con el ser esencial. Todas ellas están orientadas a dejar de alimentar y reforzar el ego, de manera que el yo con el que estamos tan identificados se vaya debilitando hasta que finalmente muera de inanición. Esta es la razón por la que al principio sintamos cierta aversión y resistencia llevarlas a cabo.
La reprogramación mental
El tercer aspecto son las «afirmaciones eneagrámicas» para reprogramar nuestra mente. Se trata de los principales mensajes de sabiduría que hemos de repetirnos en nuestro fuero interno ⎯todas las veces que podamos⎯ para limpiar nuestro subconsciente. Recordemos que nuestras creencias y pensamientos son la raíz de nuestras emociones, las cuales nos mueven a tomar ciertas decisiones y conductas, que en última instancia generan los resultados que cosechamos en las diferentes áreas de nuestra vida.
A la hora de poner en práctica las afirmaciones positivas, es fundamental ponerle intención pero soltar y desapegarnos de cualquier resultado. Al verbalizarlas ⎯tanto en voz alta como en nuestro fuero interno⎯ hemos de visualizar claramente aquello que estamos expresando. Y más importante aún: hemos de creer en lo que afirmamos para sentir la emoción correspondiente.
En la medida en que las repitamos con frecuencia, con el tiempo y la práctica poco a poco iremos modificando nuestro sistema de creencias y ⎯por ende⎯ nuestra forma de pensar. También iremos sintiendo otro tipo de emociones, las cuales nos llevarán a adoptar nuevas actitudes, conductas y decisiones. Al cambiar las semillas sembradas en nuestra realidad mental, cambiarán los frutos cosechados en nuestra realidad física, transformado por completo nuestra personalidad.
Afirmaciones eneagrámicas para reprogramar los 9 eneatipos
Por otro lado, en el capítulo «Decálogo para vivir despierto» que aparece al final del libro aparecen otras 10 prácticas genéricas de desarrollo espiritual. Todas ellas son muy recomendables para cualquier persona, sin importar cuál sea su eneatipo principal. Son muy útiles para desidentificarnos del ego y despertar nuestra consciencia dormida. Del mismo modo que un músculo se fortalece en la medida en la que lo vamos entrenando, nuestra transformación personal se va volviendo cada día más fácil y agradable al irla poniendo en práctica. Y llega un día en que estamos tan conectados con el ser esencial que apenas nos supone un esfuerzo llevar a cabo este tipo de prácticas espirituales. Más que nada porque se integran en nosotros y en nuestro día a día cotidiano.