Los 11 principales defectos egoicos del eneatipo 9

Los «defectos egoicos» son los rasgos obsesivos que manifestamos con mayor frecuencia cuando vivimos esclavizados por el ego. También son las reacciones impulsivas y automáticas que se desencadenan para proteger la imagen idealizada de nosotros mismos. E incluso los mecanismos de defensa y los trastornos de personalidad que devienen cuando nos obsesionamos con conseguir hacer realidad nuestra motivación egocéntrica. A pesar de ser profundamente neuróticos, estos patrones de conducta inconscientes ⎯forjados durante nuestra infancia⎯ constituyen la base de nuestra personalidad.

En el caso del eneatipo 9, estos son los principales 11 defectos egoicos:

Autoengaño. Cree que si se atreve a decir lo que piensa y a seguir su propio camino acabará teniendo desencuentros con los demás. Y dado que no sabe cómo lidiar con el conflicto ni gestionar la ira, se engaña a sí mismo autoconvenciéndose de que nada de lo que diga o haga tiene importancia.

Borreguismo. Es una persona borrega y gregaria: carece de pensamiento crítico y tiende a seguir el rebaño, aceptando como propios los valores y las creencias con los que fue condicionado por su entorno social y familiar. Está más interesado en estar de acuerdo con los demás que en cultivar su propio criterio personal.

Comodidad. Tiene mucho miedo al cambio. Y vive completamente apalancado y apoltronado en su zona de confort física e intelectual. Siempre que puede aplica la ley del mínimo esfuerzo, eligiendo la opción fácil y cómoda. No le gusta cuestionarse las cosas ni buscar alternativas a la forma convencional de vivir.

Conformismo. Tiende a adherirse con mucha facilidad al orden social establecido. Está conforme con el statu quo. Es decir, con como son las cosas en cada momento. Todo le está bien. No porque crea en ello, sino porque no se plantea la posibilidad de que nada sea ⎯o pueda ser⎯ diferente a como es.

Inconsciencia. Está totalmente dormido y funciona por inercia, con el piloto automático puesto. Y no es consciente de que vive inconscientemente. Dicho estado de somnolencia e hipnosis le llevan a negar su propio ser, el cual queda sepultado bajo capas y capas de condicionamiento.

Invisibilidad. Es alguien inexistente a los ojos de los demás. Suele ser un actor de reparto de su propia vida. Allá donde va siempre queda relegado a un segundo plano, pasando del todo desapercibido. Y dado que le cuesta mucho hacerse ver y escuchar, tiende a ser invisible para quienes le rodean.

Narcotización. Para evitar ser consciente de su conflicto interior ⎯la negación total de su ser esencial⎯ se pasa el día narcotizado, llevando a cabo actividades superfluas. Se olvida de sí mismo por medio de hábitos rutinarios, cotidianos e intrascendentes, evitando descubrir qué es lo que verdaderamente quiere.

Procrastinación. Es un procrastinador nato: tiende a dejar para mañana las cosas que sabe que tendría que hacer hoy, dedicándose a actividades más gratificantes pero del todo irrelevantes. Y suele aplazar o posponer sus tareas y responsabilidades, llevándolas a cabo cuando ya no le queda más remedio.

Represión. Reprime sus deseos, sus necesidades y sus aspiraciones. Se ha negado y anulado tanto como ser humano que no tiene ni idea de quién es, lo que le gusta y lo que es verdaderamente importante para él. Y dicha represión esconde mucha ira soterrada, de la cual es totalmente inconsciente.

Sobreadaptación. Niega por completo su individualidad, amoldándose y adaptándose en exceso a las personas con las que interactúa. Si bien desde afuera puede parecer una virtud, en realidad es un sutil mecanismo defensa egoico para evitar tomar las riendas y atreverse a vivir su propia vida.

Sumisión. Es una persona sumisa que se deja aplastar y pisotear por los demás. Huye del conflicto, no sabe poner límites y tiende a decir «sí» cuando en realidad quiere decir «no». Tiende a someterse a personas fuertes y dominantes, aguantando por largo tiempo sus descentramientos por temor a las represalias.