Los 11 principales defectos egoicos del eneatipo 6
Los «defectos egoicos» son los rasgos obsesivos que manifestamos con mayor frecuencia cuando vivimos esclavizados por el ego. También son las reacciones impulsivas y automáticas que se desencadenan para proteger la imagen idealizada de nosotros mismos. E incluso los mecanismos de defensa y los trastornos de personalidad que devienen cuando nos obsesionamos con conseguir hacer realidad nuestra motivación egocéntrica. A pesar de ser profundamente neuróticos, estos patrones de conducta inconscientes ⎯forjados durante nuestra infancia⎯ constituyen la base de nuestra personalidad.
En el caso del eneatipo 6, estos son los principales 11 defectos egoicos:
Bravuconería. A pesar de que siente mucho miedo e inseguridad, en ocasiones se muestra bravucón, dando la impresión de ser alguien valiente y atrevido. A su vez puede actuar de forma contrafóbica, buscando y afrontando aquellas situaciones que lo aterran en un intento desesperado de liberarse de dicho temor.
Contradicción. Vive en una contradicción permanente. Por un lado su cobardía le lleva a obedecer a la autoridad y seguir las normas para así sentirse seguro. Y por el otro, su valentía le anima a rebelarse y seguir su propio camino, lo cual le aterra enormemente. Esta ambivalencia le sumerge en un debate mental eterno.
Credulidad. Puede llegar a ser alguien extremadamente fóbico y crédulo, creyéndose ciegamente lo que ciertas personas o instituciones de referencia afirman para sentirse más protegido. Esta fe en la versión oficial es un sutil mecanismo de defensa cuya finalidad es evitar pensar por sí mismo.
Desorientación. Dado que su mente le bombardea con infinidad de pensamientos desconcertantes y perturbadores, tiende a sentirse muy perdido, sin saber qué hacer con su vida ni adonde ir. Para compensar su desorientación existencial, suele buscar fuera el apoyo y la guía que no encuentra dentro de sí mismo.
Fanatismo. Está obsesionado con buscar certezas y garantías que le proporcionen una existencia segura y predecible. En caso de encontrar alguna creencia, gurú u organización que le dé seguridad, suele creer en ello con fervor, devoción y fanatismo. Mediante esta actitud intenta sobrecompensar sus temores y dudas.
Indecisión. Es una persona dubitativa. Le incomoda gozar de libertad para elegir entre diferentes opciones. Esencialmente porque le cuesta muchísimo tomar decisiones. Tiene un comité interior en su cabeza que vislumbra posiciones tan opuestas y contradictorias que nunca se pone de acuerdo en nada.
Obediencia. Tiene un elevado sentido del deber, entregando su libertad a cambio de una falsa sensación de seguridad. Y puede llegar a ser muy obediente, siguiendo procedimientos y normas establecidos por figuras de autoridad y órganos de poder para así evitar la incertidumbre y la responsabilidad.
Perplejidad. Va despistado por la vida. Le acompaña un aura de perplejidad, confusión y desconcierto. Y en general no tiene ni idea de lo que debe pensar, hacer o decir. De ahí que suela pedir consejo y opinión a otros con la esperanza de que alguien le dé las respuestas que no es capaz de obtener por sí mismo.
Pesimismo. Es pesimista, agorero y fatalista. No confía nada en la vida. Tiende a adelantarse a acontecimientos que todavía no han sucedido, pensando siempre en lo peor que puede pasarle. Cree que así estará mejor preparado para afrontarlos. Al pensar de forma catastrofista se llena de ansiedad en el presente.
Pseudoescepticismo. Tiende a ridiculizar, demonizar y despreciar sistemáticamente cualquier idea nueva que atente contra su forma de pensar. Su pseudoescepticismo le lleva a actuar como un abogado del diablo, confrontando ferozmente a quienes transmiten mucha seguridad en sí mismos.
Traición. Es adicto a la sospecha y a la suspicacia, cuestionando con malicia las intenciones de la gente que le rodea. Uno de sus mayores miedos es que alguna de sus personas de confianza lo traicione. En el fondo, está proyectando sus propios temores, pues él sí que es capaz de traicionar para lograr más seguridad.