Los 11 principales defectos egoicos del eneatipo 5
Los «defectos egoicos» son los rasgos obsesivos que manifestamos con mayor frecuencia cuando vivimos esclavizados por el ego. También son las reacciones impulsivas y automáticas que se desencadenan para proteger la imagen idealizada de nosotros mismos. E incluso los mecanismos de defensa y los trastornos de personalidad que devienen cuando nos obsesionamos con conseguir hacer realidad nuestra motivación egocéntrica. A pesar de ser profundamente neuróticos, estos patrones de conducta inconscientes ⎯forjados durante nuestra infancia⎯ constituyen la base de nuestra personalidad.
En el caso del eneatipo 5, estos son los principales 11 defectos egoicos:
Abstracción. Cuando finalmente se anima a compartir sus pensamientos sobre su ámbito de especialización, parece un catedrático impartiendo una clase magistral repleta de disertaciones y tecnicismos ⎯demasiado elevados y abstractos⎯ que imposibilitan que sus interlocutores entiendan nada de lo que está diciendo.
Acumulación. Siente que apenas tiene tiempo, energía y dinero. De ahí que tienda a conservar y acumular sus escasos recursos disponibles. Es un poco Diógenes, en el sentido de que no le gusta tirar nada que potencialmente pueda ser aprovechable, pues nunca sabe si lo va a llegar a necesitar.
Aislamiento. Tiende a vivir aislado, pues considera que el mundo es invasivo y asfixiante. La vida le parece tan peligrosa que hace todo lo posible para no involucrarse en ella. Prefiere observarla desde la distancia. A poder ser desde un lugar seguro, oculto y protegido, de manera que pueda mirar sin ser visto.
Ensimismamiento. Toda su atención suele estar puesta en su cabeza. Tiende a pasar gran parte de su vida disociado de la realidad ⎯completamente ensimismado⎯, encerrado dentro de un mundo conceptual e imaginario creado por su mente y sus pensamientos. Siente vértigo al interactuar con el mundo.
Erudición. Es adicto al conocimiento. Y tiene mucha capacidad para retener datos. Tanto, que parece una biblioteca ambulante. Suele leer, estudiar y almacenar información hasta volverse un erudito sobre algún tema en concreto. Sin embargo su saber es meramente conceptual, racional y teórico.
Frialdad. Tiende a ser una persona fría, seca, sosa y distante. No le gusta el contacto físico ni las muestras de cariño. Se siente muy incómodo cuando alguien invade su espacio personal. No entiende cómo los demás comparten abiertamente sus emociones, pues cree que se trata de algo muy íntimo.
Hermetismo. Lo que más valora es su privacidad. De ahí que suela ser muy reservado, hermético e inexpresivo. Apenas comparte nada relacionado con su vida sentimental. Ni siquiera a sus seres queridos y personas de confianza. Su corazón está guardado dentro de una cámara acorazada de máxima seguridad.
Híperracionalidad. Está totalmente desconectado de su cuerpo, el cual utiliza para transportar su cabeza de reunión en reunión. No vive ni siente las cosas que pasan, sino que se dedica a racionalizarlo todo de forma excesivamente cerebral. Al padecer parálisis por análisis, le cuesta mucho actuar y tomar la iniciativa.
Nihilismo. Al vivir tan identificado con su mente, suele ser un cínico que no cree en nada y un nihilista desencantado del mundo. Piensa que vive en un universo indiferente regido por el azar. Y que la vida carece de un sentido trascendente. Considera la dimensión espiritual como «esoterismo» y «pseudociencia».
Retraimiento. Tiende a ser una persona retraída, asocial y huraña. No tiene demasiado interés ni motivación por participar en actividades sociales. Tampoco goza de habilidades en este sentido. Dado que la solitud es su zona de confort, pasa la mayor parte del tiempo solo, minimizando al máximo el contacto humano.
Timidez. Tiende a ser muy tímido, cohibido e introvertido. Se siente incómodo alrededor de otras personas. Le resulta muy difícil conectar emocionalmente con los demás. Y debido a su inseguridad, no sabe cómo entablar conversaciones y relacionarse con desconocidos. Es un poco nerd y bastante rata de biblioteca.