Los 11 principales defectos egoicos del eneatipo 3
Los «defectos egoicos» son los rasgos obsesivos que manifestamos con mayor frecuencia cuando vivimos esclavizados por el ego. También son las reacciones impulsivas y automáticas que se desencadenan para proteger la imagen idealizada de nosotros mismos. E incluso los mecanismos de defensa y los trastornos de personalidad que devienen cuando nos obsesionamos con conseguir hacer realidad nuestra motivación egocéntrica. A pesar de ser profundamente neuróticos, estos patrones de conducta inconscientes ⎯forjados durante nuestra infancia⎯ constituyen la base de nuestra personalidad.
En el caso del eneatipo 3, estos son los principales 11 defectos egoicos:
Ambición. Tiene una ambición desmedida en relación con sus deseos y objetivos. Tiende a ser adicto al dinero. Cuanto más gana, más desea ganar. Siempre quiere más. Y eso le convierte en una persona interesada y oportunista, un mercenario que hace lo que hace con el único fin de proveerse la mejor vida posible.
Automatismo. Cuál máquina bien engrasada trabaja a todas horas, sin descanso. Sus jornadas laborales suelen ser maratonianas. De tanto hacer se desconecta del ser, volviéndose un autómata que actúa de forma mecánica. Y mientras lleva a cabo sus funciones profesionales no piensa ni siente. Tan solo ejecuta.
Competición. Puede que nadie se entere, pero está compitiendo permanente. De ahí que solo se dedique a actividades que le permitan vencer al resto de sus contendientes. Tiende a ser un trepa, capaz de emplear todo tipo de artimañas para intentar ascender social o profesionalmente.
Hipocresía. Lleva una máscara puesta desde hace tanto tiempo que se ha olvidado de quién es en realidad. Tiende a actuar como un camaleón, fingiendo y aparentando la imagen más conveniente en cada momento para ganarse a sus interlocutores. Su falsedad e hipocresía le impiden crear vínculos auténticos.
Fraude. En caso de no conseguir sus objetivos financieros, puede convertirse en un embaucador que recurre al engaño y a la estafa de forma intencional y deliberada para lograr beneficios económicos, sin importar el daño o perjuicio que tales acciones puedan causar a otras personas, instituciones o empresas.
Imagen. Quiere que los demás lo perciban como una persona físicamente atractiva. De ahí que tienda a cuidar mucho su imagen personal, procurando siempre causar una muy buena primera impresión. Suele ser presumido y coqueto, pero lo intenta disimular para que nadie lo sepa.
Materialismo. Asocia la felicidad con el bien-tener y no tanto con el bien-estar. Esta es la razón por la que le interesan mucho las cosas materiales. Cree que el valor de su patrimonio ⎯lo que posee⎯ es directamente proporcional a su valor personal, así como con el estatus que ocupa dentro de la sociedad.
Mercantilista. La gran mayoría de sus relaciones son puramente utilitarias y mercantiles. Tiende a relacionarse solamente con quienes pueden ayudarle a conseguir aquello que se propone. Está mucho más centrado en cosechar resultados que en conectar con personas. Es demasiado práctico y funcional.
Pretenciosidad. Tiende a presentarse a sí mismo con más cualidades y virtudes de las que en realidad tiene. Suele ser un poco pretencioso y fanfarrón, reconociendo sus méritos, hazañas y logros para compensar su sensación de desvalorización. Es un crack impresionando al público frente al que actúa.
Venta. Concibe el mundo como un gran mercado y al resto de seres humanos como potenciales clientes. Se percibe como si fuera un producto. Se le da muy bien venderse a sí mismo y autopromoverse. Si embargo, tiende a exagerar acerca del valor que aporta, convirtiéndose en un vendehúmos.
Workaholism. Suele ser adicto al trabajo. Cuando no está haciendo algo productivo se siente incómodo. Le encanta estar muy ocupado con sus proyectos y siempre está disponible para sus clientes. Tiende a trabajar unas horas todos los fines de semana y es incapaz de no mirar el mail durante sus vacaciones.