La consciencia de unidad según el Eneagrama

El ser esencial dota a nuestra existencia de un sentido y un propósito trascendentes: pasar de la herida de separación a la «consciencia de unidad». Recordemos que cuando vivimos identificados con la mente y el ego percibimos la realidad desde una falsa dualidad cognitiva, la cual nos hace sentir separados de aquello que observamos. Sin embargo se trata de una alucinación mental completamente subjetiva, ilusoria y ficticia. En realidad no existe tal dualidad ni separatividad, pues el observador y lo observado son esencialmente lo mismo.
Si bien a nivel superficial parece que existe tal diferenciación, en un plano más profundo no hay división alguna, pues todo lo que existe forma parte de una misma unidad indivisible. El universo es en sí mismo un gran organismo vivo que todo lo contiene y todo lo abarca, incluyendo a cada uno de nosotros. En el instante en el que reconectamos con el ser esencial de forma consciente regresamos al hogar del que partimos, sintiendo que estamos conectados y fusionados con toda la existencia.
Esto es precisamente lo que vivenciamos mediante la «experiencia mística». Es decir, un momento de profunda desidentificación, liberación e iluminación, dándonos cuenta de que estamos intrínsecamente unidos con la vida. Lo cierto es que desde esta consciencia de unidad empezamos a tratar a los demás como parte de nosotros mismos. Y a relacionarnos con la realidad como lo que es: un espejo donde nos vemos reflejados y una pantalla en la que nos proyectamos.
La paradoja de todos los libros sobre espiritualidad ⎯incluyendo éste⎯ es que estado de consciencia no puede explicarse conceptualmente. Más que nada porque está más allá del lenguaje. Y es imposible de comprender a través del intelecto y la mente. Místicos de todos los tiempos le han puesto muchos nombres, todos ellos siempre en mayúsculas: Dios, Fuente, Absoluto, Ser, Consciencia, Totalidad, Universo… Gracias al Eneagrama podemos reconciliarnos con nosotros mismos y con la vida, tomando consciencia de que esta Realidad es inherentemente maravillosa. Lo único que necesitamos para verificarlo es liberarnos de la jaula mental en la que malvivimos cuando estamos excesivamente identificados con el ego.