Fear of missing out («FOMO»)

Uno de los principales síntomas que ponen de manifiesto que eres una persona sociodependiente es que padeces «FOMO». Se trata del acrónimo en inglés de «fear of missing out». Es decir, «el miedo a perderte algo». En este caso, en relación con eventos y reuniones sociales. Especialmente con tu grupo de amigos. Y en algunos casos también de conocidos. Que se queda en el bar para hacer unas cervezas, vas. Que se monta una barbacoa, vas. Que se improvisa una cena, vas. Que se planifica una escapada de fin de semana, vas. Que se organiza un viaje en verano, vas…

Ni se te pasa por la cabeza no ir, pues ¿qué ocurre si no acudes y resulta que los demás se lo pasan en grande? ¿Qué sucede si a base de perderte este tipo de encuentros tu entorno social te va relegando a un segundo plano? Cuando eres víctima del FOMO, de entrada tiendes a decir que «sí» a (casi) todos los planes que te proponen. Más que nada porque nunca sabes si finalmente alguna de estas actividades se anulará. Por eso siempre tienes muchas opciones disponibles y muchos frentes abiertos. En ocasiones, incluso más de los que físicamente podrías asumir… Sobre todo de cara a los fines de semana, los festivos y las vacaciones. No vaya a ser que te quedes sin nada que hacer. Y peor aún, sin nadie con quien estar.

Con la consagración de los teléfonos inteligentes y las redes sociales, la sensación de FOMO se ha trasladado también a tu realidad online. Sí o sí tienes que estar en todos los chats de los diferentes grupos de WhatsApp a los que perteneces. Y no te puedes perder las últimas noticias de los periódicos que lees. Ni tampoco los posts más recientes de las cuentas de aquellas personas a las que sigues. De hecho, te causa ansiedad quedarte sin batería. Y ya no digamos perder el móvil. Pánico total. En la jerga tecnológica se le llama «nomofobia», que significa «miedo irracional a estar sin móvil». Cuanto mayor es tu sociodependencia -y por ende tu FOMO-, mayor es también tu adicción al teléfono. ¿Qué es lo primero que haces nada más levantarte? ¿Y qué es lo último que haces antes de acostarte?

Pensar consume energía

El problema de la sociodependencia y del FOMO es que son dos patologías socialmente aceptadas por la sociedad. Son conductas que entran dentro de la normalidad de nuestro tiempo. Sin embargo, tienen letra pequeña: esconden una verdad muy oscura que quienes las padecen no están dispuestos a escuchar. Ni mucho menos a reconocer. Es un milagro encontrar a un ser humano que admita sentirse hueco y vacío por dentro.

Sólo las personas verdaderamente maduras tienen la humildad, la honestidad y la valentía necesarias para asumir que no saben ser felices por sí mismas. Este reconocimiento es el primer paso para superar su adicción a la nicotina social. De hecho, uno de los indicadores de que estás despertando en este sentido es darte cuenta de que muchas de las decisiones que tomas para sociabilizar con los demás se producen de forma automática e inconsciente. En ningún momento te paras a ponderar acerca de los perjuicios que puede estar causándote el decir que «sí» a los diferentes planes que van surgiendo a lo largo de la semana. Solamente consideras los beneficios que crees que van a reportarte a corto plazo.

Y no es para menos. Pensar consume energía. Tu cerebro hace lo posible para ahorrar toda la que puede. De ahí que pienses lo mínimo posible. Reflexionar y hacer las cosas de forma consciente e intencionada puede ser agotador. Especialmente al principio. Sin darte cuenta, has automatizado inconscientemente muchos de los comportamientos que llevas a cabo, de las actitudes que adoptas y de las decisiones que tomas en tu día a día. Es una simple cuestión de ahorro energético. Eso sí, el precio que pagas cuando vives dormido y funcionas por inercia -con el piloto automático puesto- es que tu vida está gobernada por tu subconsciente.

Hábitos mecánicos e inconscientes

¿Realmente crees que eres una persona libre que toma decisiones racionales? Piénsalo de nuevo. Lo que tienen en común tu sociodependencia y tu FOMO es que se han convertido en hábitos inconscientes. Se disparan de forma mecánica e impulsiva frente a determinados estímulos, tanto internos como externos. Tu cerebro los ha automatizado a base de haberlos venido repitiendo una y otra vez a lo largo de tu existencia.

Recuerda que el miedo a la soledad está en tus genes. Y que desde muy pequeñito interiorizaste que dependías de compañía ajena para sobrevivir. Y también para evitar sentirte triste, solo y abandonado. Ésta es la razón por la que cada vez que te vuelve a invadir dicha desagradable sensación coges inmediatamente el móvil en busca de conexión. Y por la que dices impulsivamente que «sí» a cualquier plan social que se te presente. Lo que en realidad estás buscando sin darte cuenta es obtener un nuevo chute de nicotina social para aliviar la ansiedad y el vacío que sientes. Estás tan desconectado de ti mismo que no sabes lo profundamente desconectado que estás de ti mismo.

La próxima vez que sientas aburrimiento, soledad o tristeza no hagas nada. No llames a nadie. Simplemente acoge estas emociones. Quédate quieto, observándote. Y estate muy atento a tu primera reacción impulsiva. Date cuenta de las ganas que tienes de mirar el móvil. Pero no lo hagas. Sé consciente de tu sociodependencia… Y haz lo mismo con tu FOMO. Por más mensajes que se vayan acumulando en el chat de WhatsApp de tu grupo de amigos, resiste la tentación de abrirlo. Siente el miedo a perderte algo. Afróntalo. Solamente al ponerle este tipo de consciencia te darás cuenta de lo esclavo que eres de tus impulsos subconscientes.

Los vicios vienen como pasajeros, nos visitan
como huéspedes y se quedan como amos.
CONFUCIO

¡Comparte este post!

¡Apúntate a la Newsletter!

    Acepto la Política de privacidad y la Política de cookies


    Próximo curso presencial

    Categorías

    Autoconocimiento y crecimiento personal

    Relación con uno mismo

    Eneagrama

    Relación con el Eneagrama

    Familia y pareja

    Relación con los demás

    Filosofía y espiritualidad

    Relación con la vida

    Reinvención y desarrollo profesional

    Relación con el mercado laboral

    Economía, sociedad y educación

    Relación con el sistema económico