Escapistas profesionales

Haciendo un repaso de lo visto hasta ahora, podemos concluir que tu infelicidad tiene cinco causas principales. La primera consiste en buscar el bienestar fuera de ti. La segunda en poner tu atención en lo negativo. La tercera en creerte tus historias mentales. La cuarta en envenenarte con estrés crónico. Todo ello te condena a vivir tu día a día en modo supervivencia y a que estés excesivamente identificado con el ego, generándote todavía más perturbación por percibir la realidad desde una perspectiva tan limitada y egocéntrica.

La quinta causa de tu desdicha es una consecuencia de las cuatro anteriores. Tiene que ver con la forma tan equivocada con la que te relacionas con tu infelicidad. En vez de afrontarla de cara, ir a la raíz del problema y comprometerte con tu curación, lo más habitual es que mires para otro lado, conformándote con aliviar temporalmente los síntomas. Eso es lo que te propone diariamente el sistema en el que vives, el cual es en sí mismo un gran parche con el que tapar tu malestar.

Cabe señalar que infelicidad e inconsciencia van siempre de la mano. La una no puede existir sin la otra. Son las dos caras de una misma moneda. Cuanto más inconscientemente vives, más enajenado estás de ti y más ausente estás en tu propia vida. Y al no estar presente, el sufrimiento comienza a hacer mella en ti. Es entonces cuando tu existencia empieza a girar entorno a la búsqueda constante de anestesia, evasión, narcotización y drogadicción. Todo con tal de no sentir el vacío y el dolor que anidan en tu corazón. Si bien huir de ti mismo jamás te va a llevar a ningún lugar saludable, se trata de una conducta disfuncional socialmente aceptada. Forma parte de la patología de la normalidad de tu tiempo. No se cuestiona porque prácticamente todo el mundo se ha vuelto un escapista profesional.

La adicción a la dopamina

Cuanto más infeliz te sientes, más adicto te vuelves a la «dopamina». Tu cerebro libera esta sustancia química cada vez que consumes ciertas cosas, sustancias, experiencias o personas que te aportan una gratificación inmediata. Sin embargo, esta satisfacción efímera que sientes a corto plazo tiene consecuencias muy perjudiciales a medio y largo para tu salud. Se trata de un alivio rápido y fácil que tapa por momentos tu desdicha interior. Y te adentra en un círculo vicioso y en una espiral de insatisfacción, pues cada vez necesitas de un chute mayor de todo aquello que en realidad jamás podrá proporcionarte el bienestar que tanto anhelas.

Así, tu infelicidad te lleva a alimentar tu cuerpo, tu mente y tu espíritu de forma insana y negligente. Y entre los alimentos nocivos más destacados se encuentran los siguientes: los antidepresivos y los ansiolíticos. La comida ultraprocesada y el azúcar refinado. Las bebidas gaseosas, el café, el alcohol, el tabaco y las drogas recreativas. Las notificaciones, los «me gusta» y los mensajes de las redes sociales a través del móvil. Las noticias sensacionalistas y negativas de los medios de comunicación masivos. Las tertulias políticas y los programas sobre famosos de la televisión. El chismorreo sobre vidas ajenas. La manifestación de odio online. Las maratones de series de Netflix y las partidas infinitas de videojuegos. El consumo de contenidos violentos. Las relaciones superficiales y tóxicas. Las compras compulsivas. La pornografía. El sexo compulsivo. Las apuestas y el trading desmedido. El ejercicio físico extremo y los deportes de alto riesgo. Trabajar a todas horas, así como dormir en exceso.

Cuanto mayor sea el subidón que te genere la dopamina en un momento dado, peor será el bajón que experimentes cuando el efecto de este neurotransmisor desaparezca de tu organismo. De tanto malestar que vas acumulando y tapando, llega un día en que no hay ningún placer suficientemente grande en este mundo para aplacar tu sensación de vacío. Por más que lo intentes, no puedes escapar eternamente de ti. Tarde o temprano vas a tener que rendirte cuentas a ti mismo. La cruda verdad es que cuanto más huyas de tu dolor, más doloroso será el encuentro contigo. Aprender a ser genuinamente feliz pasa por abrazar tu infelicidad en vez de alejarte de ella.

Tratar de aliviar el dolor con placer es como
intentar apagar un incendio con gasolina.
CARL GUSTAV JUNG

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