Los 11 principales defectos egoicos del eneatipo 7
Los «defectos egoicos» son los rasgos obsesivos que manifestamos con mayor frecuencia cuando vivimos esclavizados por el ego. También son las reacciones impulsivas y automáticas que se desencadenan para proteger la imagen idealizada de nosotros mismos. E incluso los mecanismos de defensa y los trastornos de personalidad que devienen cuando nos obsesionamos con conseguir hacer realidad nuestra motivación egocéntrica. A pesar de ser profundamente neuróticos, estos patrones de conducta inconscientes ⎯forjados durante nuestra infancia⎯ constituyen la base de nuestra personalidad.
En el caso del eneatipo 7, estos son los principales 11 defectos egoicos:
Adicción. La búsqueda constante de gratificación inmediata lo convierte en un adicto a todo aquello que le reporte placer y le aleje del dolor. Emplea todo tipo de parches ⎯en forma de acciones, experiencias o sustancias⎯ que consigan tapar su malestar interior. Tiene tendencia a consumir antidepresivos.
Banalidad. Es una persona frívola y banal que se siente cómoda haciendo planes multitudinarios y lúdicos, así como manteniendo conversaciones superficiales e intrascendentes. Es muy difícil hablar en serio con él. Suele ser el payasete y el graciosillo del grupo, utilizando el humor como un mecanismo de defensa.
Dispersión. Depende de estímulos externos positivos, agradables y placenteros para sentirse a gusto. O mejor dicho, para alejarse de cualquier sentimiento triste, atemorizante o angustioso. Su mente vuela como un cohete, convirtiéndolo en alguien disperso y distraído, totalmente enajenado de sí mismo.
Evasión. Vive anestesiado y huye permanente de sí mismo, mirando siempre hacia otra parte para escapar del miedo, la negatividad y el dolor. Se inventa realidades imaginarias donde solo pasan cosas buenas y positivas. Persigue utopías tremendamente luminosas para no ver el lado oscuro de la vida.
Exceso. Tiene tendencia a los excesos y al desenfreno. No importa lo que viva o lo que experimente. Ni tampoco lo que consuma o lo que sienta. Siempre quiere más. Cuando algo le proporciona placer no tiene límites. Es muy exagerado y lleva las cosas hasta el extremo. Y si puede, un poquito más allá.
Hedonismo. Es un hedonista profesional. Dedica su vida a experimentar el placer en todas su formas y de todas las maneras habidas y por haber. Siempre está en búsqueda de nuevas vivencias excitantes y gratificantes. Padece fomo: miedo a perderse algo. Por eso tiende a decir «sí» a todos los planes que le proponen.
Hiperactividad. Va por la vida a 200 por hora. Y no para quieto ni un segundo del día. Es hiperactivo y está siempre muy ajetreado. No quiere tener ni un momento para pararse. Ni mucho menos para pensar. De ahí que se pase el día maquinando en su cabeza nuevos planes y actividades que hacer más adelante.
Inconstancia. Movido por su afán de aventura y novedad, tiende a empezar muchos proyectos y actividades. Eso sí, termina muy pocos. Es muy inconstante, le falta foco y tiene miedo al compromiso. Esencialmente porque se aburre con demasiada facilidad y enseguida está pensando en hacer cosas nuevas.
Inmadurez. Es un eterno Peter Pan, en el sentido de que no quiere hacerse mayor, pues asocia la edad adulta con las obligaciones, la rutina y el aburrimiento. Su inmadurez le lleva a alargar la etapa adolescente, eludiendo cualquier tipo de responsabilidad e intentando pasárselo bien y divertirse todo lo que puede.
Impaciencia. Es muy impaciente. Lo quiere todo ya. Principalmente porque cree que con lo que tiene no puede ser feliz. Y que solo lo será con lo que le falta. Tiende a vivir en el futuro, haciendo planes espectaculares en su cabeza y pensando que lo mejor está siempre por venir. No sabe estar en el aquí y ahora.
Ruido. Su mayor miedo es adentrarse en el silencio. Por eso abunda el ruido en su vida. Así evita escucharse a sí mismo. Suele quedar con mucha gente, con cuantas más personas mejor. Y cuando está con ellas, es muy charlatán. Lo cierto es que padece de incontinencia verbal. No calla. Ni escucha.
