Soy muy afortunado: toqué fondo con 19 años. Por aquel entonces me sentía muy vacío y no le veía ningún sentido a la propuesta educativa y laboral del sistema. Fue entonces cuando comencé una búsqueda filosófica para encontrar el sentido de mi vida. Finalmente, a los 25 años encontré la forma de transformar mi infierno personal en algo útil para otros buscadores. Desde entonces me dedico profesionalmente a democratizar la sabiduría con la finalidad de despertar la consciencia de la sociedad. Y lo hago por medio de libros, cursos, conferencias y proyectos educativos relacionados con el autoconocimiento, el desarrollo espiritual y la reinvención profesional.